Faltaban 23 minutos para el mediodía, el día era claro y caluroso y soplaba una ligera brisa que apenas aliviaba el sofocante bochorno que sumado a las largas y tediosas horas de navegación solitaria, empezaban a minar la moral de mi tripulación (incluida la mía).
Al realizar una de las inmersiones de rutina, nuevamente ofrecí a Wolfgang, el hermano del doctor Tornasol", la posibilidad de estirar la piernas (eso sí, empeño poner siempre pone, venga dale que te pego dandole vueltas al volante), localicé unos sonidos extraños que martilleaban los sensores de forma casi imperceptible.
De forma casi automática, como por inercia, puse proa a la marcación no identificada. Mientras iniciábamos de nuevo la marcha, fui reflexionando en el tipo de embarcación que encontraríamos. Ningún destructor o mercante emite esa frecuencia, a no ser que estuviera averiado. Quizás algún sumergible inglés, del cual sabíamos su probada eficacia aunque eran muchos los interrogantes sobre su flota. Mientras nos aproximábamos a la fuente me vinieron a la mente historias extraordianrias de criaturas marinas narradas de marinosde U-boot de la Gran Guerra, alguno de los cuales personalmente admiraba, que parecían extraidas de la imaginación de Goethe....trascender las nieblas terrestres aspira... Las furtivas preocupadas miradas de Otto mi fiel y pragmático segundo de abordo, me hicieron salir de mis divagaciones y vollverme a poner el uniforme de comandande sacudiéndome el familiar desasosiego que poco a poco se me iba adheriendo desde la partida del puerto de Willemshaven, debido (creia yo en ese momento) a las largas horas de vigilia durante el paso por el gran canal.
Unos 15 minutos de persecución (siempre eternos) más tarde, realizamos un segundo sondeo a profundidad de periscopio. Esta vez fue Otto el que advirtió la desconocida fuente, y aunque no necesitaba aceptar su invitación para saber de que se trataba (o mejor, para no saber), no pude evitar dirigirme a proa con esa excusa para ver la expresión de su rostro.
Bueno, total (que sino no acabo), los extraños ruidos parecían de lejos unos grititos como si fuera un enjambre de gremlins.
Como había oido rumores por el foro, supuse que Sergbuto tenía algo que ver y me decidí a seguir en pos de un emocionante encuentro. Vaya que si fue emocionante!!. Después de una infructuosa persecución en inmersión de casi dos horas (fuese lo que fuese se movían a bandazos)
decidí probar suerte en superficie con continuas inmersiones para que Wolfgang (identificándolo como mercante) me fuera dando indicaciones.
Por fin, la recompensa llegó pasadas 2 horas:
Allí estaba un familia de delfines ... bueno de la familia Delphinidae, porque no los distingo de un Calderón, o una marsopa.
Por unos momentos, uno que parecía invitarme, se acercó a curiosear el extraño cetáceo marino que les había interrumpido (seguramente debían estar buscando algún cardúmen de atunes), y ...
Aprovechamos la ocasión para danzar un vals al ritmo del oleaje.
Nos peleábamos para coger sitio en alguno de los periscopios. La algarabía fue tremenda, parecíamos niños jugando al juego de las sillas. Otros en cambio, se conformaron luego con tirar unas fotos desde cubierta (tomamos unas 220 fotos, verídico, aún tengo el tic en el dedo)
Llegó la hora de despedirnos, y a más de un avezado marino se le cayó alguna que otra lágrimilla ::snif .
Auf Wiedersehen, meer kamaraden
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Con cuatro Falke logré cuatro muertes, tres destructores y el crucero ligero... bueno, un destructor lo rematé con un TII después de que el Falke le arrancara las hélices... era el único superiviente de su convoy y no iba a dejarlo emitir mi posición, ¿no? 
