It's a long way to Tipperary!!

Foro dedicado a relatar y comentar las patrullas single y multiplayer del Silent Hunter III

Moderador: MODERACION

Lino
Bootsmann
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El día 8 por fin ponemos rumbo al este y nos dirigimos hacia nuestra zona de patrulla. La tensión entre la tripulación es máxima. Navegamos constantemente sumergidos a 30 metros y sólo emergemos durante la noche para recargar las baterías y renovar el aire viciado del interior del submarino. En una de tantas recargas nos llega un mensaje de radio que explica en parte nuestra presencia en estas aguas.

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Los contactos de sonar son constantes, pero todos corresponden claramente a destructores y corbetas que se encuentran patrullando. Eso nos obliga a navegar a tan solo 2 nudos de velocidad para no ser detectados por sus hidrófonos. El día 9 el sonarista avisa de la presencia de un mercante navegando hacia nosotros. Como no hay amenazas aparentes ordeno acercarnos. Puedo confirmar que se trata de un petrolero con bandera estadounidense. Lo ignoramos.

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Ese mismo día, un mensaje de radio nos avisa de la presencia de un convoy en nuestro cuadrante y con rumbo al este. Navega muy pegado a la costa, lo que es un peligro para nuestro buque, pero aún así decido arriesgarme y ponemos rumbo hacia él.

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Se trata de un pequeño convoy formado por ocho mercantes que navegan en una formación de dos columnas. Su escolta la forman un destructor y dos corbetas. La situación es delicada, ya que con este oleaje resulta muy difícil poder realizar cualquier medida de su rumbo y velocidad. Aún así, me aproximo todo lo que puedo.

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Estoy a unos 2000 metros de la fila de babor del convoy. Ordeno disparar dos torpedos hacia el mercante de cabeza sin demasiada convicción. Sé que los cálculos introducidos en el TDC deben ser erróneos con casi toda seguridad. Y así es. los dos torpedos se pierden sin hacer impacto. Debajo de la quilla tengo una profundidad de 40 metros y decido que ya está bien y nos sumergimos hasta los 35 metros y ponemos rumbo al sur. Sólo nos quedan tres torpedos T2 en proa y la moral de la tripulación empieza a disminuir.

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Así transcurren un par de días más. El día 14 a las 18:43 horas, el sonarista de guardia avisa de una multitud de contactos acercándose. Nuestra posición es exactamente 50°23'N 0°42'W. El convoy se acerca a nuestra posición. Es posible que incluso sea el mismo de hace dos días en su viaje de regreso. Ordeno navegar a cota periscópica y uso el periscopio de observación. A la media hora empiezan a aparecer algunos mercantes. El convoy parece grande y al menos detecto la presencia de tres destructores. La mala visibilidad impide hacerse una idea de la cantidad de mercantes que lo forman. Me fijo en un mercante que navega con dificultad debido al oleaje. Quizás aún tengamos suerte.

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De repente ... no puedo creer lo que veo!! Aparto la vista del ocular y le digo a mi oficial de guardia que eche un vistazo. Se queda blanco. Y no es para menos.

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Entre los mercantes se puede ver perfectamente la silueta de un acorazado inglés. Esta oportunidad no la podemos dejar escapar. Ordeno poner los motores eléctricos a 3 nudos, aún a pesar del peligro. Confirmamos que se trata del Nelson.

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Con mucha calma me dedico cinco minutos a tomar su rumbo y su velocidad. Navega a 9 nudos. su distancia es de 2300 metros. Lo bloco con el TDC cuando se encuentra en marcación 25º. Si los cálculos de la computadora de tiro son correctos los torpedos impactarán casi con 90º si los lanzo ahora. No me lo pienso. En una primera salva lanzo los torpedos 1 y 3. Tres segundos después sale el número 4. Abajo periscopio y hacia el fondo. Navegación silenciosa.

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Nos preguntamos qué sucederá ...

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Un grito de júbilo inunda el submarino. La alegría es incontenible. ¡¡Le hemos dado!! No sabemos si se hundirá, pero nos imaginamos que los impactos han hecho mucha mella en su coraza. Además el oleaje dificultará su reparación en alta mar. Las hélices de los destructores se acercan a máxima velocidad mientras empezamos a oír los primeros pings del ASDIC. Pero ya nos encontramos a 35 metros y estoy seguro de que no nos han detectado. Pongo rumbo al sur. No tenemos torpedos de proa.
A los cinco minutos podemos oír el lamento del acero al quebrarse. ¡El Nelson se hunde! Si salimos vivos de aquí nos espera un buen recibimiento.

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De momento lo que hay que hacer es alejarse de la zona todo lo que podamos. Ahora llegan destructores y corbetas de todas partes. Esto se está volviendo peligroso. Navegamos pegados al fondo, a unos 43 metros. El aire está empezando a escasear. Pongo rumbo al oeste, nuestra presencia aquí ya no tiene sentido ya que hemos agotado casi todos nuestros torpedos.
A las 5 horas del ataque puedo ordenar emerger cuando las baterías están casi agotadas y el aire es casi irrespirable. ¡Lo hemos logrado!

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Aún falta abandonar el Canal y poner rumbo a casa. Decido no dirigirme a Cádiz ya que mis hombres están exhaustos. Además, no quiero negarles la gloria que les espera. Navegando a diez nudos constantemente, bordeamos la costa irlandesa sin encontrarnos ni un solo contacto. Tan solo cerca del paso de las Shetland, la presencia de un par de aviones nos obliga a realizar una inmersión de emergencia. Ordeno subir a 12 nudos cuando entramos en el Mar del Norte. Yo también estoy ansioso por llegar. Ordeno al telegrafista que envíe un informe de nuestra acción. Esta ha sido una gran patrulla.
Cerca ya de puerto nos encontramos con uno de nuestros buques de superficie. Se trata de un crucero de la clase Hipper, parece el Blücher. Debe estar realizando una salida para ajustar todos sus sistemas. ¡Ah, qué gran día! El día 26, por fin, llegamos a casa.

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Por esta misión nuestra tripulación ha recibido 4 ascensos, además han sido concedidas dos cruces de hierro de 2ª clase. Las felicitaciones nos llueven de todos lados. Esto es maravilloso.
Al llegar a puerto se nos comunica que en realidad habíamos hundido al Rodney y no al Nelson.
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kaharas
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muy buena la patulla acabo de terminar de leerla y ya estoy deseando que llegue la siguiente.
Lino
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30 de Marzo de 1940.

Después de más de un mes de un bien merecido descanso, nos hacemos de nuevo a la mar. En este tiempo se ha puesto a punto el submarino y a todos sus tripulantes se les concedió tres semanas de permiso. A alguno de ellos tantas felicitaciones se le han subido a la cabeza.

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Un multitud de personas se agolpó en la dársena del puerto a la hora de nuestra partida. Nadie quería perderse ese espectáculo. Nuestro hundimiento del Rodney nos ha convertido en unos tipos famosos.

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Al abandonar el puerto nos fijamos en el Blücher, que se encuentra anclado en uno de los muelles y listo para zarpar. Es un buque increíblemente hermoso.

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Los primeros días tenemos un tiempo espléndido. Últimamente tenemos buenas suerte con la climatología. Se nos ha ordenado poner rumbo al cuadrante DJ13, justo frente a la ciudad africana de Casablanca. Tenemos órdenes de interceptar cualquier buque que se dirija a Gibraltar proveniente de Freetown. Usaremos el puerto español de Cádiz para repostar antes de regresar.

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Sin embargo, al abandonar el Mar del Norte y entrar en el Atlántico al norte de las Shetland, el tiempo empeora. Una niebla muy densa, acompañada de una mar picado nos envuelve de repente. Enseguida empieza a llover y ordeno sumergirnos a 30 metros.

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En uno de los informes que recibimos del BdU cuando navegamos en superficie para recargar baterías, se nos comunica la presencia de uno de nuestros submarinos, que sigue una derrota paralela a la nuestra. Es bueno sentirse acompañado.

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Los días pasan y esta maldita niebla no desaparece. Lejos de mejorar, las condiciones empeoran día a día.

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Navegamos continuamente sumergidos y sólo a media tarde ordeno emerger. Estas situaciones, si se prolongan mucho, acaban minando el interés y la moral de la tripulación. Los oficiales intentan levantar un poco el ánimo organizando toda clase de actividades, desde un concurso de dibujo hasta una pequeña obra teatral que se representa en la sala de torpedos de proa.

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Ya llevamos dos semanas de navegación y tenemos las mismas condiciones horrorosas. Todos esperamos que cuando lleguemos a la costa africana las condiciones no sean tan adversas. En nuestra inmersiones, de vez en cuando, el sonarista capta la presencia de algunos contactos lejanos. Pero con esta niebla, todo ataque es inútil. Lo único que podríamos conseguir es que nos abordara algún mercante, o, lo que aún sería peor, que un destructor apareciese de repente entre la niebla y nos cogiese desprevenidos. Hasta que el tiempo no mejore no hay nada que hacer. Cumplimos el tiempo de permanencia en nuestra zona de patrulla con la misma climatología infernal y sin detectar absolutamente nada. Decido aproar al norte, en donde la meteorología empieza a mejorar.
La noche del 23 de abril, mientras navegamos en superficie cerca de la costa sur portuguesa para recargar baterías, uno de los serviolas avisa de la presencia de un mercante por proa. Las condiciones de mala visibilidad se han suavizado un poco, pero aún así no se ve nada a más de una milla. El mercante navega con luces apagadas y lentamente. Hemos tenido suerte de no colisionar.
Ordeno poner rumbo hacia él. No quiero perderlo de vista.

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Siguiendo órdenes del BdU, que nos autoriza a hundir cualquier buque que navegue de noche por estas aguas sin estar perfectamente iluminado e identificado como neutral, nos aprestamos al ataque. Las condiciones no son demasiado buenas, pero aún así la tarea resulta muy fácil, ya que un submarino resulta casi invisible en este estado.

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Pronto dos torpedos impactan contra la popa del buque, que se va a pique en cuestión de segundos.

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Como al día siguiente el tiempo sigue siendo igual de horroroso, decido entrar en el puerto de Cádiz . Llevamos casi un mes de navegación y estamos exhaustos. De esta manera podremos reponer víveres y fuel y, lo que es más importante, poder descansar durante unas horas de la tensión constante a la que se ve sometida la tripulación. Según nuestros informes, mañana el tiempo mejorará. Mientras nos acercamos al Thalia, nuestro buque de aprovisionamiento que se halla anclado en la bahía gaditana, redacto el informe de las últimas tres semanas.

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Menos de 24 horas después abandonamos la ciudad española y nos dirigimos hacia el oeste para bordear el cabo de San Vicente y poner rumbo al Norte. Nos despedimos de nuestros camaradas mientras nos damos cuenta de que el tiempo ha mejorado mucho durante la noche que hemos estado aprovisionándonos.

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Nuestra navegación transcurre de una manera tranquila. No avistamos a ningún buque. Parece que estas costas son bastante tranquilas. Al día siguiente el mar se encalma completamente, la bruma se levanta por completo y en el mar sopla una brisa moderada que resulta agradable.
Cuando llevamos tres días de navegación muy tranquila y todavía estamos muy cerca de la costa sur portuguesa, un serviola canta un contacto en marcación 360º. No quiero sorpresas y ordeno inmersión. Estamos muy cerca de Gibraltar y toda precaución es poca.

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El oficial de derrota va calculando el rumbo del buque. Como se puede apreciar ha virado y ahora su rumbo es de 90º, con destino al estrecho de Gibraltar. Ordeno zafarrancho de combate. Sitúo al U54 en posición de ataque mientras se toman los últimos datos de velocidad y rumbo del objetivo. Se ha identificado claramente como un pequeño mercante con bandera británica. Debe ser un capitán muy valiente si se arriesga a navegar a plena luz del día por estas aguas.
De repente, cuando el mercante se encuentra a menos de 1,5 millas del submarino, vira otra vez de manera brusca y se dirige hacia el oeste, hacia el Atlántico. O está navegando así para evitar un ataque submarino o nos ha visto e intenta salir huyendo. No tenemos tiempo para averiguarlo. Ordeno emerger y poner los motores al máximo de revoluciones.

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Efectivamente, parece que debió ver el periscopio de nuestro submarino y ahora navega a toda máquina hacia el suroeste. Ordeno detenerlo al cañón. Cuando los primeros impactos lo alcanzan su velocidad empieza a decrecer. Lo rematamos con un torpedo cuando ya se ha quedado sin gobierno.

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Seguimos navegando hacia el norte y remontamos toda la costa portuguesa. Cuando navegamos por el golfo de Vizcaya el tiempo vuelve a empeorar.

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La noche del 29 de abril se avista otro contacto. Navega rumbo al sur y en total oscuridad. Nuestras órdenes son tajantes: hay que hundirlo. Estas presas solitarias que navegan de noche son las más fáciles de atrapar. Cuando impacta el torpedo sus tripulantes aún deben estar preguntándose qué ha sucedido.

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Ponemos rumbo al norte. Mi intención es navegar por la costa oeste irlandesa hasta agotar los torpedos o tener el fuel necesario para regresar a la base. Así pasa el tiempo hasta que el día 3 de Mayo un mensaje de radio nos informa de la presencia de un convoy navegando cerca de nuestra posición. “Parece que este es de los grandes”, comenta mi primer oficial. Ordeno que todos los hombres estén preparados.

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El tiempo es muy malo y la visibilidad se ve reducida a menos de 2 millas. En estas condiciones dudo entre atacar o esperar por si mejora. Teniendo en cuenta que hemos llegado a tener hasta dos semanas seguidas de mal tiempo decido seguir adelante y salir al encuentro del convoy. Habrá que ir con mucho cuidado. El oficial de navegación hace una estima de la posición actual del convoy con respecto a la nuestra y ordeno un rumbo de interceptación.

Cuando llegamos a la zona de encuentro prevista ordeno sumergirnos. Cota periscópica. Muy pronto el sonarista empieza a avisar de los contactos. Sí que es cierto, este es uno de los grandes. Decenas de mercantes navegan ligeramente hacia el norte escoltados por varios buques de guerra. Ordeno subir el periscopio. A los 30 minutos empiezan a distinguirse las primeras siluetas. Ordeno navegación silenciosa.

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De los cuatro torpedos de proa, dos son de tipo I y otros dos de tipo II. Está bien, pienso. Voy a usar los cuatro y nos sumergiremos rápidamente. Selecciono cuidadosamente las presas. Dos mercantes medios que navegan en una de las columnas exteriores del convoy serán mis objetivos. Primero lanzaré los dos torpedos TII contra el primero y luego los dos TI a toda velocidad contra el segundo.
Mientras esto sucede el sonarista avisa de la presencia de los destructores. Empiezan a virar y a acercarse a nuestra posición. Espero que no nos haya visto ningún mercante. Estamos fuera del convoy y me parecería muy extraño.
Se realizan los cálculos necesario y se ordena hacer fuego con los TII. Uno de ellos estalla apenas armarse la espoleta magnética. Ordeno lanzar los dos TI.

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Ordeno inmersión inmediata. Contamos los segundos necesarios para el impacto.

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El otro TII que había en el agua no acierta su objetivo. Es posible que haya virado si ha podido ver la explosión del primer torpedo. Eso ahora ya da igual. Ordeno llegar a los 150 metros.
Dos destructores se acercan a la zona a toda máquina mientras dos corbetas aparecen por sorpresa a nuestra popa. El sonarista también distingue un a fragata entre los cazadores. Habrá que resisitir y prepararse para lo peor.

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Las cargas empiezan a lanzarse al gua. Al principio caen lejos, pero poco a poco se van acercando. El ping del ASDIC empieza a oírse perfectamente. Esto va a ser duro.

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El submarino sigue bajando. Navegamos silenciosamente y los tubos no se pueden recargar para evitar cualquier sonido. En nuestra vertical se pueden oír las hélices de los escoltas retumbando y deteniéndose a intervalos regulares. Están esperando oír cualquier cosa para desatar toda su furia.

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Llegamos a los 140 metros sin ningún percance y ordeno nivelar el submarino. Voy dando pequeñas viradas a ver si consigo alejarme de la zona sin ser detectado.

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Arriba el ataque continúa con toda su furia.

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El sonarista avisa de que la fragata se dirige hacia nosotros a toda velocidad. En nuestra vertical arroja una decena de cargas de profundidad. Demasiado tarde para evitarlas. Habrá que agarrarse a todo lo que se pueda. Ordeno bajar más.

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Al menos dos cargas nos alcanzan. Las luces del submarino se apagan durante un instante mientras algunos conductos e indicadores saltan por los aires por efecto de la sobrepresión. Sin embargo, el U54 resiste. Ordeno que se me informe de los daños. Tenemos pequeñas inundaciones en la sala de máquinas y algunos desperfectos en la sala de control y en la radio. Sin embargo, los daños más graves están el exterior. El periscopio de ataque no funciona y es posible que el puente haya sido dañado severamente. Ordeno nivelar a 100 metros.
El ataque no se repite. Es posible que haya sido suerte y poco más. Estoy seguro de que no nos han detectado todavía. Lanzan a ciegas. Pero eso no quiere decir que detengan el ataque.

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Finalmente, y tras más de una hora navegando bajo la presión de las cargas, el sonarista avisa de que los buques se alejan. Hemos recibido otra carga cerca de la sección de popa que ha causado pequeñas inundaciones. Los hombres están exhaustos. Decido arrumbar al norte y alejarme del convoy. No creo que pudiese aguantar otro ataque como este. Ha llegado la hora de volver a casa. El sonarista confirma que el convoy se aleja hacia el este.

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Ordeno emerger y poner rumbo al norte. Esperemos no encontrarnos con ningún enemigo en los próximos días. En cuanto emergemos compruebo que los daños en el puente son graves. Han destrozado la antena goniométrica, la flak y el periscopio de ataque. Podemos considerarnos afortunados de que el casco haya resistido.
Abandonamos el Atlántico el día 4 de Mayo y nos nos dirigimos hacia el Mar del Norte. El tiempo sigue siendo malo. Ponemos rumbo a la base, a la que llegamos el día 9 sin más contratiempos.

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Esta vez hemos tenido suerte. Parece ser que los ingleses están aprendiendo rápido a defenderse de nuestros ataques. Y conociendo el carácter de los ingleses creo que las patrullas no serán tan cómodas a partir de ahora.
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Lino
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31 de Mayo de 1940

De nuevo nos hacemos a la mar. Después de más de tres semanas de permiso se nos ordena partir con urgencia. Cuando llegamos a la base, ésta hierve de actividad. Decenas de pequeños buques, sobre todo dragaminas, se amontonan en los muelles. La Luftwaffe también se hace notar y nuestros aviones pasan por docenas en dirección al oeste. Parece ser que algo gordo se está tramando.
Sin muchas ceremonias ordeno soltar amarras y buscar la proa del destructor que nos guiará por el campo de minas hasta mar abierto. Nuestras órdenes nos sorprenden al principio. Debemos dirigirnos a todas máquina hacia el cuadrante AN87, justo enfrente de la costa francesa y belga. Nuestras tropas terrestres parece que tienen atrapadas a las tropas francesas e inglesas en esa zona y se quiere evitar que los ingleses les envíen refuerzos por vía marítima.
Así que nos dirigimos hacia el suroeste a toda máquina. Ordeno a los serviolas que estén con máxima concentración.

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Sin embargo, un factor no deseado interviene en escena. El tiempo es infernal, la visibilidad queda reducida a unas decenas de metros y el oleaje dificulta mucho la navegación. A la hora prevista del día 2 de junio nos situamos en posición.

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Debido a las malas condiciones ordeno sumergirnos. Nos posamos en el fondo a sólo 50 metros de la superficie. Los hidrófonos recogen señales en prácticamente todas las marcaciones. Se pueden distinguir perfectamente destructores, lanchas torpederas rápidas con su inconfundible sonido agudo y algunos mercantes. Ahí arriba en superficie hay un verdadero desfile naval. La curiosidad me puede y ordeno subir a cota periscópica.

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Pero todo es inútil. El temporal sigue arreciando y no hay nada que hacer. Bueno, tampoco los buques británicos lo tendrán fácil. Eso seguro. Así pasamos un día entero. Sólo emergemos el tiempo justo para recargar baterías y renovar el aire y luego nos sumergimos de nuevo. Es demasiado peligroso estar en superficie, en cualquier momento podemos ser embestidos por otro buque, y eso nos enviaría al fondo sin remedio.
Cansado de esperar, el día 4 decido poner proa al norte y alejarme de esta zona en busca de mejores condiciones.

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Cuando nos encontramos en medio del mar del Norte el estado del mar mejora mucho. Habrá que estar muy atentos por si se le ocurre aparecer a la RAF.

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De repente, a unos 56ºN y 2ºE, a unas 150 millas de la ciudad de Edimburgo, el serviola de estribor de proa avisa de la presencia de unos mástiles en el horizonte. Inmediatamente ordeno sumergirnos. El estado de la mar es muy bueno y podríamos ser detectados fácilmente.

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Los contactos poco a poco se perfilan mejor. Los tengo a proa, a unas 3 millas de distancia. Y la sorpresa es enorme: se trata de una flotilla de 6 destructores que navegan en formación de dos columnas y a toda velocidad rumbo al este, a las costas noruegas. Debo avisar al BdU sin falta. Para ello dejo que los destructores sigan su camino sin hacerme notar y cuando los tengo ya muy lejanos, por estribor, ordeno superficie. Entonces doy el aviso.

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El grupo navega a 18 nudos y es inútil toda persecución. Así que una vez se me confirma que el aviso ha sido recibido pongo rumbo al norte. Ya se encargarán de ellos los Stuka o nuestros destructores. Toda la costa noruega es totalmente nuestra.
El día 9 de junio bordeamos las Shetland sin más novedad y ponemos rumbo a la costa occidental de Irlanda, un buen territorio de caza. Los días transcurren muy aburridos, sin avistamientos de ningún tipo y con una mar en muy buen estado.

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Seguimos así hasta llegar la posición 57ºN 12ºO, en donde uno de los serviolas avista un penacho de humo en el horizonte. Son las 21 horas del día 12 de junio. Como está anocheciendo decido seguir en superficie y acercarme con cautela. Es posible que sea un mercante solitario o algún pequeño grupo en dirección este.

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Pues parece que se trata de un convoy, aunque no puedo distinguir cuantos buques lo forman. Los serviolas van contando los mástiles que ven. Quizás esté formado por unas diez unidades. Y parece ser que, por la altura de los mástiles, algún buque muy grande se encuentra entre ellos. ¿Será un portaaviones? De repente, uno de los serviolas de babor avisa de que se acerca a toda velocidad una corbeta con marcación 290. Empieza a escupir fuego, la muy ****, y ordeno desalojar el puente a toda velocidad. ALAAAAAAAAAAARRRRRRRRRRRMMMMMMMMMMMMM!!!!!!

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Después tengo que echarle la bronca al serviola, ha avisado demasiado tarde. De momento tengo otras cosas más importantes que hacer. Los motores eléctricos se ponen al máximo de revoluciones mientras ordeno que todos los hombres se dirijan a proa. El U54 se sumerge a toda velocidad hacia la seguridad de las profundidades. El sonarista avisa de que varios buques se dirigen a nuestra posición a toda máquina. Empieza el asedio.
Cuando llegamos a 100 metros ordeno navegación silenciosa y empiezo a navegar dando pequeños giros a ver si consigo despistarlos. Las primeras cargas empiezan a caer.

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Al principio caen lejanas pero poco a poco se van acercando. Al menos hay tres unidades ahí arriba, y creo que son dos corbetas (nuestros más odiados enemigos) y un destructor. Empiezan a barrer la zona de una manera metódica. Primero uno hace una pasad dejando caer una decena de cargas mientras los otros separan a escuchar. Después otro le toma el relevo un cable más allá y poco a poco van peinando la zona.

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Saben bien qué deben hacer y cada vez más se acercan a mi posición. Ordeno bajar más mientras ordeno a los hombres que se preparen para resistir. Una andanada cae muy cerca. Dos de las últimas cargas nos alcanzan cerca del puente..

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Los daños no son muy graves, pero aún así empiezo a preocuparme. Si esto sigue así no tengo muy claro que podamos escapar.

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La siguiente descarga nos alcanza casi de lleno. Esta vez sí hay daños muy graves y ordeno subir a 40 metros, ya que el submarino tenía tendencia a irse hacia el fondo. Hemos embarcado mucha agua por las fisuras del casco y esto puede implosionar en cualquier momento.

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Ordeno que me pasen el informe de daños. La sección de proa ha sufrido daños, especialmente las baterías. Nuestra autonomía sumergidos ha disminuido peligrosamente. Pero los daños más graves están en el puente. Los dos periscopios, el de ataque y el de observación, han sido destruidos. Hemos tenido suerte de que no haya saltado el puente por los aires. Pero las buenas noticias son que los escoltas se alejan. Están peinando metódicamente el mar, pero no se ensañan con ninguna zona. Sencillamente, se encargan de que no podamos asomar las narices. Mientras tanto, el convoy se aleja poco a poco. Pongo rumbo al oeste para separarme lo máximo posible. Cuando ya es noche cerrada, tres horas más tarde, ordeno superficie. Se reparan algunos desperfectos de la flak y de la cubierta, pero la navegación se ha convertido en imposible para nosotros. Para un submarino, sus periscopios son sus ojos, sin ellos está perdido.
Ordeno regresar a casa.
La noche del 13 de junio, mientras regresamos y aún estamos en el Atlántico, un serviola observa algo extraño. Parece ser un buque en apuros. Nos acercamos lentamente y podemos distinguir perfectamente una corbeta inglesa hundiéndose.

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¿Habrá sido un submarino de nuestra flotilla, una mina o una colisión entre buques de un convoy? Creo que nunca lo sabremos.

Al anochecer del día 16 de junio regresamos a Alemania, con el ánimo un poco bajo y el submarino muy maltrecho. Tal y como nos informan desde el astillero, los daños eran muy graves. La estructura del submarino ha resistido de puro milagro.

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Lino
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Borro, que había publicado dos veces :oops:
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SID9000
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Una gozada Lino.... Muchas gracias
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ductorroella
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Impresionante camarada que grandes relatos .
Muchas gracias por hacernos vivir tus experiencias.
Felicidades y esperamos mas.
Un saludo
Kommodore Ductorroella
Comandante del U-540
Haifisch
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arg.- arg.- arg.- arg.- arg.- Pero que gran narrador estas hecho Lino
felicidades por la forma que lo cuentas ya que llega un momento que me meto tanto en situación que se me hace que soy yo el que esta allí. :eek :eek wow.-

Un saludo y esperaré el siguiente relato impaciente. :wink:
Kapitantunant,,, Frus Fris Von_Haifisch
Comandante del U-178, Calaverorcio alado de la 24,
La guerra es dura, caballeros; los Follonarios, más


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Batten
Oberleutnant zur See
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Saludos:

Lino, tu eres de Letras no???,,,, Ma quedao bobito,,,, wow.- ::ok
inferno
Oberbootsmannsmaat
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De escandalo!!!Felicidades sinceramente :mrgreen: :mrgreen: :mrgreen:
kaharas
Bootsmannsmaat
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Muy bueno, haber si hay mas suerte en la siguiente patrulla.
inferno
Oberbootsmannsmaat
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Ubicación: Madrid

Dios mio tal como lo cuentas te entran ganas de jugar. juas.-
Lino
Bootsmann
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2 de Agosto de 1940

Esta vez hemos descansado 47 días. Lo necesitábamos. Los daños en el U54 habían sido graves, pero en nuestra moral también empezaban a pesar las 7 patrullas seguidas. Estar en primera línea de frente siempre es duro. Hemos aprovechado estos días para visitar a las familias y poder alimentarnos de una manera decente.
Pero el día 2 de agosto ya estamos otra vez listos para nuestra nueva patrulla. Al mediodía ya están todos los hombres alineados en cubierta. El segundo oficial da la orden de todo listo y ordeno embarcar a todo el personal. A las 14:13 soltamos amarras.

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Las órdenes que nos llegan por radio develan las ambiciones de nuestro país. La operación “León Marino” ha comenzado. Nuestras órdenes son dirigirnos hacia la costa oriental de Inglaterra, al cuadrante AN14, y hundir cualquier barco que se aviste, así como informar al Alto Mando de campos de minas, presencia de aviones enemigos o cualquier otro aspecto que pueda ayudar al desarrollo de la operación.

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Las primera horas el cielo está despejado, pero al acercarnos al Canal pronto se encapota y en pocos minutos un aguacero nos cae encima. La visibilidad se reduce a la vez que el viento del norte arrecia. Esto parece un calco de nuestra anterior misión.

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Nos pasamos el tiempo sumergidos, ya que la visibilidad es casi nula. Esto resulta estresante, ya que estas aguas están muy minadas. Pero la suerte está de nuestro lado y el tiempo de patrulla transcurre sin ningún contratiempo. A los dos días decido poner proa al norte y salir al Atlántico.
Nos encontramos bordeando las Shetland, cuando recibimos un mensaje de radio. Se nos informa de la presencia de un convoy numeroso al norte de las Hébridas con rumbo este, dirigiéndose hacia las Órcadas. Quizás se dirijan a Scapa Flow. Nos dirigimos a interceptarlo.

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Está anocheciendo, el estado del mar es bueno y apenas hay luna. Una ocasión perfecta para una buena caza. Los serviolas están atentos.

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En cuanto se avistan los primeros penachos de humo en el horizonte, radio el contacto y ordeno inmersión. No quiero desaprovechar esta oportunidad y estoy decidido a que no me vean los escoltas.

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Ordeno navegación silenciosa mientras descendemos a 25 metros. Todos los ojos del submarino están puestos en el hidrofonista. Él es ahora nuestro contacto con el mundo exterior.

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Los contactos llegan altos y claros. Al menos 4 escoltas, destructores y alguna corbeta, más una buena cantidad de mercantes, quizás unos veinte. Ordeno zafarrancho de combate. Todos a sus puestos.
Subimos hasta los 14 metros y asomo el periscopio.

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Mi situación respecto al convoy no es buena, pero aún están muy lejos. Ordeno caer a babor. Quiero esquivar el destructor que navega por delante. El convoy los forman dos filas de mercantes separadas por unos 800 metros. Puedo ver al menos otro destructor a estribor del convoy, pero seguro que habrá más. No me puedo confiar.
Tras más de media hora realizando maniobras, consigo una buena posición de ataque. Me encuentro en la parte de estribor del convoy, a unos 900 metros de su primera columna. Decido lanzar dos torpedos al mercante 2 y 3. Dejaré pasar el primero y que haga de barrera del destructor de cabeza.
Se toman distancias y rumbos de los mercantes objetivo. Por ahora no me han detectado, esto parece que marcha bien. Un último vistazo rápido para verificar los cálculos y se lanzan los cuatro torpedos. Ordeno descender.

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El primero de los ataques ha fracasado, ninguno de los torpedos ha estallado pese a llevar un rumbo correcto. Quizás se ajustaron mal los datos de profundidad. El segundo ataque es un éxito.

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Navegamos a 2 nudos a 50 metros mientras se recargan los torpedos. Los escoltas se encuentran en la zona del hundimiento mientras otros navegan dando grandes círculos a toda máquina. Nos están buscando. El convoy empieza a variar el rumbo. De momento seguimos sin ser detectados. Tengo esperanzas en poder seguir al convoy e intentar otro ataque más adelante, así que ordeno virar y ponerme a su popa para no perderlo con el hidrófono. Ya está bastante lejos.
Todo parece que va a salir bien cuando, de repente, el hidrofonista avisa de la existencia de sonidos de hélices por estribor, lejanos pero acercándose a toda máquina hacia nuestra posición. De momento no me preocupo, quizás sean destructores que estaban de patrulla cerca de la costa y que se acercan para ayudar.
Pasan los minutos y el hidrofonista sigue avisando de que se dirigen hacia nosotros a toda máquina. Ordeno virar 90 grados y los contactos también viran. Esto no me gusta un pelo. Ordeno bajar a 75 metros. Sólo tenemos 5 metros de agua debajo de la quilla.
Poco a poco se acercan. Ya no hay duda, vienen a por nosotros. Ordeno poner proa al norte y aumentar la velocidad, quiero ganar aguas más profundas.

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No nos da tiempo, ya los tenemos encima.

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Lasa cargas empiezan a llover por todos lados. Al principio no son muy precisas, pero poco a poco van ganando en letalidad.

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Aún me estoy preguntando cómo han podio detectarnos. No me lo explico. Lo único que sé es que ahora estamos en un buen aprieto. Nos han inutilizado una de las dos hélices y tenemos daños en el puente. Mal pintan las cosas.
Arriba siguen atacando con saña.

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De repente, una carga estalla a proa del submarino. Este se desploma de proa, chocando contra el fondo e inmediatamente cae la popa. Los daños esta vez sí que son MUY graves.

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Ordeno detener las máquinas. Quizás al estar posados podamos pasar desapercibidos al asdic. Detengo las reparaciones para que no se oiga el menor ruido. Todo es inútil, el agua entra a presión y debo ordenar que se taponen las vías de nuevo.

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Las cargas siguen llegando. Uno de lo motores diésel es hecho añicos. El otro está gravemente dañado. Mi único objetivo ya es salvar a la tripulación.

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Otra descarga destroza las baterías de popa y acaba con el otro diésel. Las inundaciones son muy graves. No aguantaremos mucho más. En el interior del submarino todo es caos, las luces se apagan y los gritos se mezclan con las órdenes. Todos saben que es el final.

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Doy la única orden razonable. Que soplen los tanques con el aire comprimido que nos queda y salgamos a superficie. Se cumple la orden mientras el aire comprimido desaloja el agua de los maltrechos tanques. Espero poder llegar a superficie. Poco a poco al principio, y rápidamente después, el U54 asciende hasta la superficie. Soy el primero en abrir la escotilla del puente. Fuera nos espera un comité de bienvenida organizado por la Home Fleet.

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Todos los hombres se arrojan al agua y son recogidos por los ingleses, que nos tratan con corrección. Veo desaparecer el U54 entre las aguas mientras le doy el primer sorbo a una taza de café que un joven inglés me ofrece antes de llevarme a presencia de su capitán. M único consuelo es saber que todos mis hombres han sido rescatados sin un solo rasguño.

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Al principio, mi cabreo era tan enorme que estuve a punto de repetir la patrulla y hacer como si nada hubiese pasado. Pero di mi palabra de ser lo más realista posible y esto es lo que hay. Aún me pregunto cómo narices me descubrieron, qué hice mal. Pero no tengo respuestas. Ahora que el cabreo ya está menguando sólo puedo decir: ¡¡I love this game!!

Saludos
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Batten
Oberleutnant zur See
Oberleutnant zur See
Mensajes: 4585
Registrado: 22 Oct 2006 02:00

Saludos:

Enhorabuena Comandante. Excelente relato. 8O :o :roll:

Hiciste lo correcto, tu actuación de responsabilidad hacia tu tripulación ha sido de poner en un marco.
SID9000
Kapitänleutnant
Kapitänleutnant
Mensajes: 1977
Registrado: 15 Nov 2006 01:00

Qué gozada!!!... Como siempre.

Deseo que consigas escapar del enemigo y te comisionen rápido otro sub ;)

Por cierto, si pusieras un oficial en tu "damage control team" tendrías a tope sus fuerzas y repararías más rápido... Es solo una idea ;)

Suerte en futuras andanzas ;)
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