NUEVA YORK EN LLAMAS

Foro dedicado a relatar y comentar las patrullas single y multiplayer del Silent Hunter III

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Leovigildo
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Re: NUEVA YORK EN LLAMAS

23- MARZO-1943 (cont.)

Inmediatamente ordené que se dispusiera la recarga de tres torpedos: uno en popa y dos en proa. Sabía que iba a ser una operación tremendamente lenta -aparte de peligrosa si nos detectaban- no sólo por la dificultad de trasladar al interior los torpedos, sino porque la tripulación estaba fatigada después de tantas horas de tensión desde que iniciamos la infiltración para introducirnos en el puerto. Las anotaciones en el diario no hacen justicia al esfuerzo de mis hombres para lograr la recarga y la tensión que debieron soportar, por eso quiero rendir homenaje a su comportamiento.

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02:50 Realizado traslado a la cámara de proa de un torpedo de las reservas externas.

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03:10 Cargado torpedo en tubo 1.

04:00 Realizado traslado a la cámara de proa de un torpedo de las reservas externas.

04:38 Cargado torpedo en tubo 2.


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04:57 Los primeras luces del alba aparecen. Se divisa el humo de un buque en la “Upper Bay” acercándose .

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05:05 Realizado traslado a la cámara de popa de un torpedo de las reservas externas.

05:08 Inmersión.


La mañana del lunes sorprendió a la gran ciudad. Los editoriales de los periódicos neoyorquinos no daban crédito de lo sucedido y criticaban la ineficacia de su marina y la desinformación general.

Algunos titulares de periódicos de zonas más alejadas, como “Los Angeles Times” acusaban la falta de información y hablaban incluso de un ataque aéreo como el de Pearl Harbour simultáneo en Los Ángeles y Nueva York , basándose en testigos que decían haber visto varios aviones con el emblema japonés volando bajo soltando sus bombas.


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Lo que no sospechaban los lectores que más tarde desayunarían sus huevos revueltos con salchichas (al final tenemos más en común de lo que pensaba) es que aún seguíamos en Nueva York. Por el periscopio dejé que toda la tripulación viera los destrozos que habíamos hecho. El crucero pesado yacía en el fondo del río Hudson dejando visible parte de su superestructura.

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Mientras se terminaba la recarga del torpedo de popa ordené dirigirnos lentamente hacia las terminales de petroleros, donde divisé anteriormente dos enormes petroleros de alrededor de 11.000 toneladas. A las 06:30 el U-Boot se encontraba en posición de ataque, teniendo en proa la Terminal de Manhattan y en popa la de Nueva Jersey.

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06:31-Objetivo: gran petrolero de 11.000 toneladas. Lanzado torpedo tubo 1 con espoleta magnética graduada a 12 m de profundidad, y 800 m de distancia.

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06:33-El torpedo hace blanco y el petrolero se incendia inmediatamente.

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06: 38 El petrolero queda hundido. Se mantiene ardiendo la parte visible del puente y el petróleo derramado sobre el agua.

06:42 Marcado como objetivo un gran transporte de tropas tipo Ceramic de 14.000 toneladas en os muelles del sur de Manhattan.


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06:40- Lanzado torpedo del tubo 2, graduado con espoleta magnética a 11 m de profundidad y 1200 m de distancia.

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06: 43 El torpedo falla.

No me duele reconocer, Herr Müller, que mi fallo fue de principiante, confundiendo un muelle con el casco del buque atacado. En su momento lo achaqué ante la tripulación a la vacilante luz del amanecer, pero he de confesar que tenía que haberme cerciorado mejor, si bien lo achaco a mi estado de excitación, tras esa inimaginable acumulación de éxitos. Tenía que haberme dado cuenta y no gastar de esa manera un valioso torpedo…

En fin, tras maldecir mi torpeza ordené un giro de 80 º a estribor para poder lanzar uno de los dos torpedos de popa contra el petrolero moderno de 10.400 toneladas que se situaba en la Terminal de petroleros de Nueva Jersey. Mi idea era conseguir hundirle de un torpedo para así intentar hundir el transporte de tropas con el último torpedo de popa que quedaría.


06: 48 Posición de ataque por popa contra un petrolero de 10.400 toneladas en la margen derecha del estuario.

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06:50- Lanzado torpedo del tubo 5, graduado con espoleta magnética a 12 m de profundidad y 850 m de distancia.

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06:52- El torpedo impacta.

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Pese a no arder de forma tan espectacular, posiblemente por estar sin petróleo, este último petrolero también estaba condenado tras sufrir un enorme boquete en la parte inferior del casco. Entonces supe, Herr Müller, que el aspecto del puerto tenía que ser sobrecogedor. Esta foto que me enseña del “Washington Post” la tomaría sin duda algún fotógrafo madrugador desde los muelles de New Jersey. Entiendo que titularan la portada de la edición especial de la tarde con la frase “NUEVA YORK EN LLAMAS”.

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Tras cerciorarme nuevamente del hundimiento del petrolero, el U-Boot se dirigió hasta alcanzar una posición óptima de lanzamiento hacia el transporte de tropas que antes se había escapado por mi precipitación.

Seguía increíblemente sin haber signos de buques de guerra que nos buscaran. La columna que detectamos a las 04:57 resultó ser un gran carguero que estaba detenido en la Upper Bay, cuyo capitán posiblemente ante la visión de tantas llamas en el horizonte decidió que no era el mejor momento de atracar.

Sólo quedaba un torpedo cargado, y había que usarlo contra el mayor buque que se presentaba ante mi vista…


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07:37- Lanzado contra el gran transporte de tropas tipo Ceramic el torpedo del tubo 6, graduado con espoleta de impacto a 5 m de profundidad y 550 m de distancia.

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07:39- Impacto de torpedo.

07: 42 El barco da muestras de una lenta inundación. Agotados los torpedos en el interior del submarino, iniciamos la retirada.


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De esta forma y sin posibilidad de seguir realizando más ataques, Herr Müller, ordené una serie de maniobras para largarnos lo más rápidamente que pudiéramos de allí, sin esperar al hundimiento del último barco. Como me explicaron al llegar a la base de Lorient, al día siguiente el “New York Times” incluyó una foto que demostraba que le habíamos hundido.

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Pero volvamos a las 07:42. En ese instante yo era un manojo de emociones contradictorias, ya que si bien podía esperar de nuevo a la noche para realizar una nueva recarga de torpedos como la noche anterior, se impuso el criterio más juicioso que me aconsejaba a no tentar más la suerte, que hasta ese momento se había mostrado tan generosa.

Para entonces todos teníamos la satisfacción del deber cumplido, conscientes de haber hecho un daño terrorífico al orgullo norteamericano, pues habíamos hundido en el interior del puerto más importante de su país nada menos que 8 barcos que sumaban 97.385 toneladas.

Si a eso añadíamos los 5 barcos que habíamos hundido anteriormente en nuestra travesía del Atlántico y la marcha por la costa este de Estados Unidos alcanzábamos la fabulosa cantidad de 13 barcos y 116.456 toneladas. Habíamos hecho bien nuestro trabajo, pero ¿regresaríamos para recibir las felicitaciones de nuestros compañeros y superiores?

En las aproximadamente 8 horas que duró el ataque dentro del puerto no dejó de admirarme la ausencia de respuesta del enemigo. Aunque en ese momento lo achaqué a que no tenían en sus protocolos una respuesta a este ataque, luego me comentaron los superiores en Lorient que se había publicado en la prensa americana que no disponían en el instante del primer ataque de buques capaces de rastrearnos, ya que se encontraban todos en alta mar protegiendo las rutas comerciales. Quien sabe, lo que sí era indudable era que ocho horas más tarde si no había presencia de buques de guerra era porque aún no habían llegado los que inevitablemente se estaban dirigiendo a Nueva York, o bien estaban fuera de la bahía esperándonos.

Evidentemente el factor sorpresa ya había pasado, y sabía que el canal Ambrose iba a ser una trampa de imposible salvación, pues ahí un solo destructor o corbeta apostado sería suficiente para detectarnos y hundirnos. Si nos hubiéramos marchado tras el ataque al “Dominion Monarch” aún hubiéramos tenido alguna esperanza de desandar el camino, pero en estas circunstancias no tenía duda alguna que la “Navy” estaría justo allí.

Además había que contar con que la marea era baja en esos momentos, lo que reducía el calado y con ello las posibilidades de escabullirse fuera del canal Ambrose.

Decidí jugarme el todo por el todo. Me puse en el cerebro del oficial estadounidense que tenía que tomar la decisión de situar sus escasos buques próximos a Nueva York en un punto, y supe que tenía que optar por la retirada menos previsible. Por aquel camino que sólo transitan algunos yates de recreo debido a su escaso calado e incierta configuración, y que me obligaría a navegar en superficie.

Supe que si había alguna posibilidad era la de retirarnos por el norte siguiendo el "Long Island Channel”.


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Consultando las cartas americanas se apreciaba el poco fondo existente, incluso zonas de 4 brazas o menos, lo que impediría navegar a cota periscópica. Esperar a la noche para escapar furtivamente o a que subiera algo más la marea podría significar que nos cortaran también esta retirada apostando barcos en la salida al “Long Island Sound”, así que decidí aplicarme la máxima aquella de “¡adelante, la victoria es de los audaces!”.

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El itinerario que ordené trazar bordeaba la parte occidental de Manhattan siguiendo el “East River” - zona que tenía suficiente calado para seguir sumergidos- pasando bajo los puentes que unen la isla de Manhattan con Brooklin y subir a superficie en cuanto las cartas indicaran un calado de menos de 20 m en bajamar, lo que significaba ¡mostrarnos a los ciudadanos de Nueva York nada más superar los últimos muelles a la altura de Blackwells island!, y lo que es peor, al alcance de cualquier cañón que hubiera en las inmediaciones, ya fuera de instalaciones militares, de barcos anclados en el puerto o de las escopetas y pistolas de los muchos neoyorquinos que poseen armas.

Más adelante la navegación en superficie nos obligaría a superar algunos pasos de difícil tránsito, con el objetivo de alcanzar el “Long Island Sound”.


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Si conseguíamos alcanzar el “Long Island Sound” sin encallar la navegación sería más fácil pues al menos podríamos hacer inmersión en caso de ataque de algún avión (lo que sin duda sucedería tras ser puestos en aviso por nuestra aparición en superficie), aunque esto no significaba que navegar sumergidos fuera la mejor idea. En cuanto saliéramos a flote los barcos de guerra se dirigirían a cerrarnos la salida al océano abierto. Por tanto, cuanto menos tiempo estuviésemos dentro de esa alargada bahía que configura el “Long Island Sound”, mejor.

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Tuve que comunicar a mis hombres la situación.

- “¡Atención tripulación!. Les habla el capitán. Deberán hacer un último esfuerzo, tan bravamente como han hecho esta noche. Hemos hundido 8 barcos en el puerto de Nueva York y sin duda el tío Sam habrá ordenado a todos sus vaqueros que vengan a vaciar los cargadores de sus pistolas contra nosotros. Deben estar ya muy escocidos por nuestra acción, pero aún tenemos una oportunidad de humillarles definitivamente, saliendo del puerto por donde menos esperan y no dejándonos atrapar. Tendremos que pasar por una serie de angostos canales que nos obligarán a navegar en superficie, pero no dudo que vuestra ayuda el plan funcionará y seremos el orgullo de la 24ª flotilla y de toda Alemania!”.

- “¡Claro que sí, Kaleun, vamos a demostrar de qué están hechos los marinos alemanes!”.

- “¡Adelante, chicos, todo el mundo a sus puestos!. ¡Luthenberger, cuando salgamos a flote haga que rujan esos motores diesel como si le fuera la vida en ello!. ¡Oskar, organice su grupo de reparaciones por lo que pueda pasar1. “Meinhoft, encárguese de tener listo el pelotón de combate con todas las ametralladoras a punto!. ¡Stein, rumbo 045, avante un tercio, volvemos a casa!”

- “¡A la orden, Kaleun, hurra!”
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Julian
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Re: NUEVA YORK EN LLAMAS

Enhorabuena. Capitan Leovigildo.

He ordenado a mi tripulacion que no recargen torpedos, para dejar espacio al champan frances y al jamon español que me ha traido mi amigo, el enlace en la embajada española, que me ha dicho que es lo mejor de lo mejor, y de lo mejor, lo superior. ::yeah:

Para el tema de las señoritas de buen ver, lo mejor es hacer una parada en Suecia.

Que me han comentado que no son precisamente frias las chicas. ::yono:
Leovigildo
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Re: NUEVA YORK EN LLAMAS

Por cierto, entre las páginas 3 y 4 la censura miltar ha eliminado una parte del relato, cosas de la Kriegsmarine ::jo:

Para el que haya llegado tarde a este hilo y no lo leyera en su momento, aquí y durante 45 días puede descargarse en formato pdf lo sucedido al U-512 entre los días 17 y 19 de marzo de 1942:

http://www.gigasize.com/get.php?d=qf073rsn2wc

¿Será que había algo que Dönitz no quería que se propagase? ¿Algo que Canaris quiere ocultar? ::chis: ::chis: ::chis: No creo, pero pudiera ser...

Saludos.
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Leovigildo
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Re: NUEVA YORK EN LLAMAS

23- MARZO-1943 (cont.)

Durante un tiempo no hubo ningún incidente, navegamos por la ruta prevista hasta alcanzar la zona donde había que emerger. Eran las 08:45 de la mañana y decidí parar y esperar un poco más para que cuando pasáramos por la zona de menos profundidad la marea nos diera algo más de calado.

Pero tampoco era prudente esperar mucho más. A las 09:40 el U-Boot emergió, salió a la vista de todos los incrédulos neoyorquinos que en esos momentos estaban cerca del “East River”.

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Pasó lo que tenía que pasar. Rápidamente sonaron sirenas de aviso, muchedumbres se agolparon en los muelles y en sólo un minuto cientos de disparos sonaron contra nosotros, rebotando en el casco.

Nuestra mejor respuesta fue poner los motores diesel a pleno funcionamiento para salir a toda velocidad de allí, pero hacía falta que alguien se asomara de vez en cuando por encima del puente para ver lo que había delante y así dar las órdenes necesarias que permitieran los cambios necesarios de rumbo, y ese tenía que ser yo.

Mi puesto estaba en el puente, junto con Meinhoft y sus cuatro hombres que, agachados tras las defensas de la torre, realizaban con sus ametralladoras ligeras disparos intimidatorios contra los policías y algunos militares que, salidos a decenas no se sabe muy bien de dónde, disparaban sus armas contra el U-Boot.

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Al cabo de unos pocos minutos que me parecieron horas, conseguí guiar de alguna manera el U-boot fuera de la zona donde estaban los últimos muelles, y con ello se acabó la lluvia de balas. Pero entonces empezó lo peor, porque entramos en el radio de acción de los cañones instalados en los mercantes anclados en los muelles del East River, que hasta entonces no había podido atacarnos por falta de ángulo de elevación de sus armas.
Fue como si de repente estuviésemos sometidos a un bombardeo de una escuadrilla de destructores.

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Decenas de balas de cañón de todos los calibres medios silbaban alrededor nuestro. Mandé bajar a Meinhoft y a Graf y Gustaffson, quedándome con la única asistencia de Klöse y Ritzmann.

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Navegábamos a toda máquina rodeados de piques artilleros, realizando todo tipo de giros bruscos para reducir la posibilidad de ser alcanzados. Pero por muy malos que fuesen los Yankees, sabía que tanto cañoneo nos causaría algún impacto. Había que salir cuanto antes de este campo de tiro en que nosotros llevábamos la peor parte.

Los motores diesel estaban al límite de sus capacidades. Ese sonido que llegaba indicaba que los cilindros bailaban en un frenesí ensordecedor, una danza de la muerte que al final los haría saltar por los aires. Sabía que Luthenberger habría modificado los reguladores de seguridad para forzar aún más su potencia, lo sabía, pero había que exigirles más. Grité por el interfono con un vozarrón que a mi mismo me asustó…

- “¡Atención sala de motores diesel!: ¡¿qué pasa con esos motores?!, ¡Lhutenberger, deje de mimarlos y haga que entren de una maldita vez en acción!”

- “¡Kaleun, es imposible, el indicador de revoluciones ha llegado a su tope y la válvula de…!”.

- "¡¡¡¡¡¡¡Buuuuummmmmm!!!!!!!"

- “Scheiß drauf!. ¡Haga lo que le digo de una vez y reviente a esos Hurensöhne!”

- “¡A sus órdenes, Kaleun!”

- "¡¡¡¡¡¡¡Buuuuummmmmm!!!!!!!" "¡¡¡¡¡¡¡Buuuuummmmmm!!!!!!!"

- "¡¡¡¡¡¡sssplasssshhhh!!!!!"

- “Zum Teufel!, ¿Por qué no se hace lo que digo?. ¡Ritzmann, agáchese o le volará la cabeza una andanada!”

- "Fiiuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu.......¡¡¡¡¡¡sssplasssshhhh!!!!!"

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- “¡Stein, timón 15º a babor!”

- “¡A la orden, Kaleun!”

- "¡¡¡¡¡¡¡Buuuuummmmmm!!!!!!!" "¡¡¡¡¡¡¡Buuuuummmmmm!!!!!!!"

- "FiiuUUUUUUUUUUUUUU.......¡¡¡¡¡¡SSSPLASSSSHHHH!!!!!"

- “¿Ese estuvo cerca, eh, muchachos?, no os preocupéis, saldremos de esta!”

- “FiiuUUUUUUUUUUUUUU.......¡¡¡¡¡BUUUMMMMMBAAAAA!!!!!

- “¡Nos han dado, Kaleun!”

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- “Verdammt noch mal!. ¡Atención Zentrale: Oskar, vaya con su grupo de reparaciones a popa, quiero un informe de daños urgentemente!”

- “Jawohl, mein Kaleun!”

- "¡¡¡¡¡¡¡Buuuuummmmmm!!!!!!!" "¡¡¡¡¡¡¡Buuuuummmmmm!!!!!!!"

- “¡Stein, timón 10º a estribor!”

- "¡¡¡¡¡¡¡Buuuuummmmmm!!!!!!!"

- "FiiuUUUUUUUUUUUUUU.......¡¡¡¡¡¡SSSPLASSSSHHHH!!!!!"

- “FiiuUUUUUUUUUUUUUU.......¡¡¡¡¡BUUUMMMMMBAAAAA!!!!!

- “¡Kaleun, tenemos otro impacto en proa, junto al cañón!”

- "¡¡¡¡¡¡¡Buuuuummmmmm!!!!!!!"

- “Klöse, Idiot!. ¡No sea tan tarugo como su compañero y baje la cabeza, que ya lo he visto!. ¡Zentrale: informen a Herr Heidenreich si tenemos perforación en el casco resistente a la altura de la compuerta de acceso a la sala de radio!”

- "¡¡¡¡¡¡¡Buuuuummmmmm!!!!!!!" "¡¡¡¡¡¡¡Buuuuummmmmm!!!!!!!"

- “¡¡¡¡¡¡sssplasssshhhh!!!!!"

- "FiiuUUUUUUUUUUUUUU.......¡¡¡¡¡¡SSSPLASSSSHHHH!!!!!"

- “¡Atención puente, permiso para subir con informe de daños!”

- “¡Suba a disfrutar de la fiesta, Oskar! “¡Stein, toda la caña a babor!”

- "¡¡¡¡¡¡¡Buuuuummmmmm!!!!!!!"

- “¡Kaleun, tenemos una ligera inundación en la sala de torpedos de popa al haberse producido la rotura del mecanismo antibloqueo de la compuerta del tubo número 6, pero creo que podremos arreglarlo en una hora. No hay daños en la estructura ni en el timón aunque como ahora veo desde aquí sí en el casco exterior…ummm, puede que eso nos reduzca algo la velocidad. El impacto de proa sólo ha producido la abolladura en un mamparo pero el casco resistente parece aguantar, no obstante según el manual no debemos descender a más de 30 metros hasta que se revise en la base!”

- "FiiuUUUUUUUUUUUUUU.......¡¡¡¡¡¡SSSPLASSSSHHHH!!!!!"

- “¡Gracias, Oskar, no se preocupe que dudo que tengamos tanta profundidad bajo nosotros hasta dentro de mucho tiempo, si nos dejan estos malditos Yankees!, ¡Y ahora baje con sus hombres y mantenga firme la moral allá, ¿me entiende?!”

- “¡Por supuesto Kaleun, los chicos están respondiendo como se espera!”

- "¡¡¡¡¡¡¡Buuuuummmmmm!!!!!!!"

Y así, sin saber muy bien aún cómo lo logramos, salimos del campo de acción de los cañones, de forma que los últimos piques quedaron atrás, y finalmente llegó el silencio artillero tras doblar hacia el norte.

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Una vez superado este peligro era de prever que hubieran dado aviso de nuestra presencia a todos los mandos, tanto navales como aéreos.

Por tal razón coloqué a Klöse y Ritzmann en las ametralladoras antiaéreas, aunque sabía que si nos atacaba un avión justo en esa zona era nuestro fin por la imposibilidad de sumergirnos. Había que llegar al “Long Island Sound” antes que nos sorprendiera un pajarraco, y para eso no me daba más de media hora, tal vez una hora con suerte, dependiendo de lo que tardase en despegar y llegar hasta aquí.


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Hacía un hermoso día. Poco a poco fuimos dejando atrás los últimos y feos signos que indicaban la presencia de Nueva York para entrar en un ambiente totalmente diferente, flanqueados por bosques en los que a veces se divisaban – siempre de forma fugaz, pues la abundancia de dinero suele ser discreta para los ojos ajenos- hermosas casas de madera a las que se accedía desde inmaculados embarcaderos. Algún que otro habitante de la zona que se disponía a podar su seto o a arreglar su pequeña embarcación se quedaba estupefacto cuando nos veía pasar, jurando posiblemente para sí que tenía que seguir los consejos de su psiquiatra y dejar definitivamente el Bourbon.

Y así, el U-512 se disponía a abrirse paso por la difícil ruta de fondos traicioneros, mostrando negras cicatrices en su casco, pero sin que su moral se hubiese resquebrajado lo más mínimo, dispuesto a luchar hasta el previsible fin que vendría del cielo…


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Leovigildo
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Re: NUEVA YORK EN LLAMAS

23- MARZO -1943 (cont.)

Debido a la compleja derrota que había que seguir, era necesario sondear continuamente.

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La letanía temible se iba cantando.

- “ 6 metros bajo casco, Kaleun!”
- “ 5 metros bajo casco, Kaleun!”
- “ 3 metros bajo casco, Kaleun!”

Nos acercábamos al punto más difícil de la ruta, el estrecho de Long Island, donde sólo hay 7 m de profundidad en la zona central. El riesgo de embarrancar era evidente.

- “¡Atención Zentrale: soplar todas las celdas de lastre!”

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Había que reducir la velocidad para minimizar los daños si errábamos la ruta.

- “¡Herr Lhutenberger, ¡30º a estribor, avante 1/3!”
- “¡A las órdenes, Kaleun!”

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Resultaba esencial en ese momento imaginar la configuración del fondo. Recordando la carta náutica se me presentaba como un estrechamiento justo en un codo, la posición más endiablada que podía darse.

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- “¡Sala de máquinas, preparados para parar motor diesel de babor!”

- “¡Listos para desconexión, Kaleun!”

Un poco más, sólo un poco más y habría que girar bruscamente a babor. Era necesario contar con Lhutenberger para esta difícil tarea.

- “Bien, Lhutenberger, usted sabe más que yo sobre cómo hacer maniobrar a nuestro Boot en situaciones como esta. Tenemos un cambio de alineación de 45º con sólo una banda de 10 m en vértice para no embarrancar. Todo suyo”

- “No tema, Kaleun, los días en que en Lorient Helga cambia de chicas hemos tenido que hacer maniobras más difíciles, ja ja”

Estábamos a punto de llegar al punto de no retorno, en que errar la maniobra significaría encallar.

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Sólo existía una posible línea de aproximación al estrecho que garantizara no tocar el fondo. El margen de maniobra era mínimo.

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Durante unos instantes los sonidos y colores de una primavera recién nacida parecieron imponerse sobre todo lo demás.
Reverdecían las hojas de los arces. Los robles de Virginia se erguían más majestuosos. Las olas de nuestra estela golpeaban las orillas y se reflejaban de nuevo tras hacer oscilar los juncos y remover el cieno.
Unos estratocúmulos se deslizaban desde el noreste. Pronto cambiará el tiempo, pensé, sin osar distraer a Lhutenberger con tan ligera reflexión…

- “¡Sala de máquinas, desconectar motor de babor, timón 20º a babor!”

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- “¡Sala de máquinas, conectar motor de babor, timón 25º a estribor!”

La maniobra fue realmente impecable…

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…y conseguimos atravesar el estrecho sin roce alguno con el fondo, ¡una maniobra digna de nuestro gran “as” Gunther Prien cuando se internó en Scapa Flow!

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Miré hacia atrás aún sin dar crédito de por donde habíamos pasado.

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- “¡Bravo, Lhutenberger, ha funcionado usted con precisión alemana, vuelva a su puesto y haga que rujan de nuevo los motores a toda potencia!”

Habíamos llegado a ese gran y angosto golfo que es el “Long Island Sound”. Cerca de 145 km de longitud y una anchura entre 5 y 32 km. Profundidad media de 20 m, con una profundidad máxima de 45 metros. ¡ Pero comparado por dónde habíamos navegado, se me antojaba como si hubiera llegado al centro del océano Pacífico!.

Aprovechando que navegábamos en superficie, di órdenes de recargar los últimos torpedos que quedaban, por si había que forzar la salida haciendo saltar por los aires a los porteros de la US Navy.

A las 15:00 bajé un momento a cubierta a dar ánimos a los muchachos.
Desde la cubierta una extraña calma amparaba los trabajos. La temperatura era agradable y daba tranquilidad ver a nuestro oficial de guardia vigilando. No había apenas más que una ligera mar rizada, la visibilidad era excelente. Parecía que todo iba a salir bien, sin que nadie nos molestara. Todo era por supuesto una ilusión, ya que cualquiera podía divisarnos desde las orillas, ¿pero qué hacer salvo navegar a toda máquina?.

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Por supuesto Klöse y Ritzmann seguían en las antiaéreas, sólo por si no diese tiempo de sumergirse.

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18:30 Vino como no podía ser de otra forma del noreste, apareciendo entre las nubes. Un maldito punto negro que venía directo a nosotros.

- “¡Alaaaaarrrrrmmmmmmmm!”

- “ ¡Un avión en rumbo 090, inmersión, inmersión, todos a sus puestos!”

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Cerré la escotilla tras que el último hombre pasara. Afortunadamente no nos sorprendió en una fase crítica de la recarga de torpedos, y se pudo realizar la evacuación de la cubierta en menos de un minuto.

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Ya dentro del U-Boot, inclinado 30º hacia proa, comprobé cómo la tripulación respondía con maestría. No quedaba ya nada de esa bisoñez del inicio de la patrulla. Ahora éramos un grupo perfectamente coordinado, recio y hábil.

- “ ¡Timón dos cuartas a babor!”

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Re: NUEVA YORK EN LLAMAS

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Re: NUEVA YORK EN LLAMAS

23- MARZO -1943 (CONT.)

- “¡35 m, Kaleun!”

- “ ¡Estabilice, Herr Stein!”

- “¡Arriba 15º proa, ab…”

Stein no llegó a finalizar la frase. Las ondas de presión de las dos bombas que el avión había soltado en el punto donde nos sumergimos nos alcanzaron en ese momento.

Por suerte sólo produjo una leve escora en el U-Boot y algún ligero gesto de crispación entre los que nos encontrábamos en la Zentrale. Las luces parpadearon un momento. Volvió la normalidad.

- “¿Qué serviola divisó al avión, Meinhoft?”

- “La alerta la dio Mayer, Kaleun”

- “Haga que venga, por favor”

El Segundo Oficial desapareció en dirección al compartimento de proa.

- “Vamos a tratar de saber qué pajarraco nos ha lanzado el contenido de su buche. Stein, ¿responde bien la nave?”

- “ Si, Kaleun, estabilizados a 45 m. Indicadores de maniobrabilidad correctos”

- “¡Mein Gott, debemos estar casi rozando el fondo, suba inmediatamente a 25 m!.

- “Jawohl!, Klaus, öffne schnell die Zellen Nummer 2 und 3!”

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Se presentó Mayer saludando de forma excesivamente marcial.

- “Mayer, deje eso para cuando le impongan la condecoración U-Boot-Kriegsabzeichen que sin duda se ha ganado. Ahora examine estas siluetas y dígame si recuerda haber visto con los prismáticos algo que permita identificar el avión”

Mayer identificó el avión. No era difícil acertar, teniendo en cuenta el flotador característico del hidroavión Vought-Sikorsky OS2U-3 "Kingfisher".

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Hice que me acompañaran Oskar y Meinhoft a la mesa de mapas.

- “Bueno, muchachos, Una noticia buena y otra mala. La buena es que el avión no puede llevar más de dos cargas de profundidad y por tanto no puede atacarnos más, la mala es que nuevamente hemos sido detectados y me temo que las cosas se pueden poner realmente feas.”

- “¿Kaleun, por qué no emergemos y salimos a toda máquina de aquí?”

- “No, Meinhoft, todos los aviones del servicio costero van a dirigirse aquí. No tendríamos ninguna oportunidad mientras…”

- “…mientras sea de día, Kaleun”

- “Correcto, Oskar. Veo que ha captado mi plan. Iremos sumergidos lo más pegados a la costa de Long Island que podamos, tal vez así si algún destructor nos busca las ondas del ASDIC reboten en tierra. Por supuesto, navegación silenciosa. Ahora son las 19:05. Manteniendo esta derrota que estoy marcando necesitaríamos….un momento… más de diez horas. Nos sorprendería el día sin haber salido del Long Island Sound, y hay que evitar pasar un día más aquí.”

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- “Tendremos que emerger al anochecer, Kaleun”

- “En efecto, y salir por alguno de los canales secundarios si vemos que el dispositivo de bloqueo en el principal es insalvable. Son canales de 4 a 6 brazas de profundidad. No sería fácil, pero ya tenemos práctica, ¿eh, muchachos?”

- “¡Lo conseguiremos, Kaleun!”

- “No tengan la menor duda, saldremos de ésta”

Pero los Yankees evidentemente querían aguarnos la fiesta. El hidrófono detectaba por el este varios ruidos de hélices girando a toda velocidad, sin duda barcos de guerra que nos estarían buscando en el canal principal. Algo me reconfortaba pensar en los dos torpedos de proa que conseguimos recargar antes de ser atacados por el avión.

Seguimos varias horas sumergidos, navegando en completo silencio.

A las 21:00 eché un vistazo por el periscopio: detecté un par de aviones que se dirigían hacia el oeste, cortando velozmente un atardecer extrañamente melancólico. Parecían cazas “Wildcat” que tal vez con suerte se dirigirían a sus bases. También desde hacía media hora no se escuchaban ruidos de hélices, puede que finalmente lo consiguiéramos, pese a todo.

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Decidí esperar a que cayera completamente la oscuridad para emerger y así cargar las baterías y airear el submarino. Subir significaría también navegar algo más rápido..

23:30 – Tras parar las máquinas y realizar un barrido con los hidrófonos llegó el momento de ver cómo marchaban las cosas.

- “¡¡¡¡Izad periscopio!!!!!”

- “ ¡Periscopio izado, mein Kapitänleutnant !”

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No había signo de movimiento alguno. Parecía increíble tanta suerte.

Di la orden de ascender soplando lastre. Lentamente, mostrando de nuevo su elegante casco orlado de las negras cicatrices que el bombardeo del East River le había causado, el U-512 volvía a superficie.

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Ascendí la escalerilla con Meinhoft, a quien le había ordenado que hiciera una selección escrupulosa de los que considerase nuestros mejores serviolas, independientemente de que rompiera el orden de guardias establecidas. ¡Teníamos que aprovechar esa noche para salir al Atlántico!.

24 MARZO 1942

01:30 Parecía que todo estaba despejado, y la noche encubría nuestra huída. Era una noche fresca, con un viento del nordeste que dejaba ateridos a los que nos encontrábamos en el puente.

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Por aquel entonces yo llevaba demasiadas horas sin dormir, pero no era eso lo que me preocupaba, sino el termómetro, y no precisamente por temer al frío, sino porque deseaba que una carambola nos salvara el pellejo.

- “¿Se está fijando en el termómetro, Meinhoft?”

- “ La verdad es que no, Kaleun, pero no hace falta mirarlo. La noche está cada vez más fresca, caramba, quien diría que ayer hacía un tiempo tan agradable”

- “Pues debería prestar un poco más de atención a eso y al barómetro. Está cayendo bruscamente la presión, es aire frío del nordeste”

- “Sí, no me extrañaría que mañana entre una borrasca”

- “Una vulgar borrasca es lo de menos, lo que ocurre es que tal vez la corriente del Golfo nos eche una mano esta noche. Piense en ello, Meinhoft, piense en ello. Y ahora discúlpeme, necesito un par de horas de sueño antes de volver a la carga en el siguiente cambio de guardia. Recuerde: ante cualquier sombra de sospecha, inmersión a 15 m”

- “Desde luego, Kaleun, estaremos con los ojos bien abiertos”

A las 03:55 en la Zentrale se apuraban los últimos sorbos de café. Oskar y el resto de serviolas de más confianza se aprestaban para el relevo. Unos minutos más tarde me crucé con Meinhoft que descendía tras haber dado el cambio de guardia sin novedad.

- “Ahora entiendo qué quería decir antes, Kaleun, hay una niebla terrible que no deja ver la proa”

En efecto, según nos acercábamos a la salida del Long Island Sound, el efecto de las aguas relativamente cálidas de la corriente del Golfo se combinaba con la masa de aire polar que estaba entrando, generando una maravillosa niebla marina de advección que ayudaría a ocultarnos. Justo la única opción que teníamos para romper el bloqueo había llegado.

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Estábamos cerca de salir del Long Island Sound, pero todavía quedaban dos horas antes de llegar a mar abierto.

Fueron unas horas que se hicieron eternas, sabedores de lo cerca que estaba nuestra escapatoria de la ratonera y que sin duda habría barcos de guerra buscándonos entre la niebla, una niebla que los Yankees estarían maldiciendo pero que estaba siendo para nosotros la salvación.

Era preciso hablar casi susurrando. Cualquier luz, cualquier sonido, podía delatarnos. Aún más que lo habitual, la disciplina en el puente era absoluta.

No se oía nada, ni siquiera las bocinas de los faros costeros que en teoría tenían que estar sonando para ayudar a los barcos a no perderse entre la niebla.

Mascullé entre dientes una maldición y bajé a la Zentrale. Llamé al Navegante.

- “Dulowskeier, no hay duda que Mr. Adolphus Andrews sabe bien su oficio. Ha debido ordenar la interrupción del servicio de faros en este sector”

- “No tema Kaleun, estoy anotando los cambios de rumbo y la marcación de posición no resulta tan exacta como debería, pero tenemos aún margen”

- “¿Cuánto?”

- “Error medio de aproximadamente 2 km, Kaleun. Con la derrota que seguimos, no deberíamos tener riesgo de aproximarnos demasiado a la costa. Afortunadamente el error mareal se ha anulado entre sí”

- “Confío en usted, Dulowskeier, si la probabilidad de desvío supera el máximo admisible avíseme”

- “A las órdenes, Kaleun”

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Subí de nuevo a puente. Allí Oskar y los cuatro serviolas se afanaban en distinguir cualquier sombra sospechosa entre las brumas.

Ni siquiera podíamos sumergirnos para realizar con los hidrófonos un barrido y detectar la presencia de nuestros enemigos, debido a la poca profundidad de las aguas por donde navegábamos. Además, seguro que estaban con las máquinas paradas, apostados para detectarnos con sus equipos de escucha. No se les veía, no se les oía, pero sabía que estaban ahí, en alguna parte.

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El silencio sólo era roto por el casi imperceptible surco de olas que el U-512 abría mientras se deslizaba rodeado del húmedo sudario. Todo alrededor nuestro estaba empapado, las defensas del puente, las ropas, los instrumentos. El rostro de los hombres que estábamos en el puente era una constelación de pequeñas gotas, que se iban uniendo en su recorrido por la barba hasta llegar a los labios, dejando un sabor agrio, el sabor del miedo.

A las 05:20 una tenue luz rojiza iluminó el suelo del puente al abrirse la escotilla. Era Meinhoft que subía a decirme susurrando que por fin habíamos doblado el cabo de Long Island. Ante nosotros se extendía el majestuoso Atlántico, nuestra patria natural.

Ni Finisterre, ni Hornos, ni Buena Esperanza, representarían para nosotros una alegría mayor. Habíamos salido de la trampa.

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Pronto el amanecer fue ganando terreno, iluminando fantasmagóricamente la niebla. Para minimizar riesgos ordené sumergimos a cota periscópica en cuanto teóricamente alcanzamos una zona con profundidad suficiente para ello.

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Pronto Schmidt localizó con el hidrófono ruidos de hélices en todas direcciones. Destructores y corbetas, según juzgó por el sonido. Seguían buscándonos inútilmente mientras nos escabullíamos entre ellos.

Imaginarme a los almirantes americanos ebrios de rabia y conscientes de ver cómo sus futuras promociones y carreras políticas se esfumaban me levantó el apetito. Pronto Chef nos presentó a los oficiales un desayuno que nos supo a todos a gloria, pues llevábamos más de un día entero sin comer caliente como es debido. Patatas hervidas con chucrut, salchichas y un delicioso café bien caliente…

Navegamos el resto del día sumergidos manteniendo velocidad silenciosa. Se volvió a normalizar las guardias y la tripulación pudo descansar como merecía. La rutina, la bendita rutina, se iluminaba en los rostros alegres de los compañeros. Algunos marineros se cuadraban cuando pasaban cerca de mí, lo cual aunque me elevaba la autoestima, corté de raíz para volver a la atmósfera de sana camaradería que ha de reinar en un U-Boot. Les hice partícipes del mérito, pues todos lo merecían.

Mientras el Obersteuermann Dulowskeier actualizaba las cartas de la derrota seguida, le pedí que hiciera una para ver en su conjunto la ruta seguida por el U-512 en la incursión al puerto de Nueva York. Pensaba que al BDU le podría ser de interés, aunque sabía que la suerte que tuvimos difícilmente puede repetirse.

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Por la noche volvimos a emerger. La niebla se había disipado, y aparentemente también la presencia enemiga. Aunque el oleaje azotaba al submarino, fue la mejor noche que he dormido en mi vida.

25 MARZO 1942

Al haber trazado una derrota que nos alejara lo antes posible de la costa pronto nos encontramos en alta mar, por lo que me arriesgué a navegar en superficie incluso de día.

A las 18:00 mandamos un mensaje de radio al BDU comunicando nuestros éxitos y solicitando volver a puerto.

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Estábamos a más de 7000 km de Lorient, pero la derrota era fácil, comparado con las que habíamos seguido las semanas anteriores.

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Mientras llegaba la contestación (que no tenía dudas de cual sería) subí al puente. Anochecía y el océano estaba de un color plomizo. La borrasca había originado una mar muy gruesa, pero qué gusto ver de nuevo, después de tantos días, las olas rompiendo contra la torreta.

Qué delicia, al fin, ver la proa hincarse en el Atlántico, protegerse como siempre de los fríos rociones y gritar por el interfono, en medio de la furia del viento:

- “¡Stein, rumbo a Lorient, volvemos a casa!”

- “ ¡No sabe con qué alegría cumpliré esas órdenes, mein Kapitänleutnant !”.


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paraban
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Re: NUEVA YORK EN LLAMAS

¡¡¡¡¡FOMIDABLE!!!!!!
Portentosa “enseñanza”. Sin duda, los “canales y puertos” es tooooooooo tuyo
Mil gracias, por todas las lecciones, por tu envidiable constancia, ilusión y ese…. compartir = Toooo un Sr. Altruista

Un fuertote abrazo Dn. Leo.
Leovigildo
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Re: NUEVA YORK EN LLAMAS

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Última edición por Leovigildo el 17 Nov 2008 11:35, editado 1 vez en total.
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Leovigildo
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Re: NUEVA YORK EN LLAMAS

Paris, 7 de junio de 1942

A: Herr Staünberger, J. Delegado de relaciones informativas del Reich
De: Herr Müller, Fr. Portavoz de prensa de la Kriegsmarine.

Estimado Herr Staünberger:

Con esta carta se finaliza el relato de Herr von Leovigild. Efectivamente coincido con usted en que su estancia en París ha durado más de lo que se había estimado inicialmente, aunque no ha podido ser de otra manera debido a la precisión con que hemos estado trabajando.

Confío en que siga adelante el plan inicial, varias personas relacionadas con los compromisos que habíamos acordado me han llamado preguntando la fecha concreta en que llevaremos a Herr von Leovigild a Alemania. Con la demora que llevamos, es posible que tengamos que solicitar al BDU que le conceda algunos días más de permiso.

En esta ocasión, debido a la premura que tenemos, la redacción mantiene distintos tiempos verbales, conjugando extractos directos del diario de a bordo con los comentarios que me hizo ayer. Sé que este proceder no es lo más ortodoxo, pero confío en que será de su aprobación y que no se perderá lo esencial del relato.

Suyo afectuoso,

Herr Müller, Fr. Portavoz de prensa de la Kriegsmarine.



2 ABRIL 1942

Llevábamos varios días de regreso a Lorient cuando de repente, en medio del Atlántico, llega una triste noticia, el U-568 ha sido hundido por destructores y aunque por suerte todos han sido rescatados, ahora deberán esperar el fin de la guerra en un campo de prisioneros.

Dönitz nos ordena que lo reemplacemos, de momento nuestra vuelta a Lorient ha de ser pospuesta unos días.

La orden recibida es que tenemos que situarnos en la cuadrícula BE 63 a esperar el paso de un gran convoy que nuestro servicio de espionaje ha trasmitido que se está organizando en Freetown, Sierra Leona. Deberemos actuar como submarino avanzado de reconocimiento en el despliegue de una nueva manada de lobos que el “Gran León” está organizando.

La lluvia no deja de caer. El día acompaña nuestro estado de ánimo por el destino de nuestros compañeros, y también, aunque nadie lo confiese, por las nuevas órdenes recibidas, aunque la moral y el sentido del deber se mantienen firmes, y pronto observo que la tripulación se siente como si fuera el primer día de patrulla.

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Pero las malas noticias usualmente llegan a la vez. Chef, nuestro cocinero, me asegura que la mitad de las latas de carne y la tercera parte del resto de conservas que aún nos quedan están deterioradas (puede ser tal vez sabotaje, pues proceden de una fábrica francesa, convendría investigar para evitar que vuelva a suceder) de modo que después de 30 días en alta mar no nos quedan provisiones en buen estado para sólo unos 15 días... puede que tengamos que abordar a algún pesquero y pedirles "prestado" algo de merluza o bacalao.

9 ABRIL 1942

Patrullamos sin cesar por el sector siguiendo el patrón de búsqueda asignado, sin recibir nuevas órdenes. No se divisa nada. La salida del convoy debe haberse retrasado.

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Ante la acuciante falta de provisiones no queda más remedio que agudizar la imaginación. Cuando el tiempo es bueno se pesca en cubierta, aunque las capturas no resultan suficientes para autoabastecernos. Decido realizar un racionamiento, pasando a la mitad de lo previsto.

La moral de la tripulación sigue fuerte, en parte por el recuerdo de los éxitos obtenidos y en parte por la rutina diaria que les mantiene convenientemente ocupados.

23 ABRIL 1942

Hoy se han agotado las últimas latas de las partidas que Chef decía que estaban en buen estado, de modo que nos vemos forzados a abrir latas de las que Chef indicaba como defectuosas. Es como jugar a la lotería, algunas (las menos) están bien, otras que optimistamente podemos calificar como pasables (aunque generan tras ser cocinadas un engrudo casi incomestible) y otras directamente sólo sirven para lanzarlas por la borda tras comprobar su contenido y apestar nuestras narices. Ni los peces quieren probar su contenido.

No obstante, tras reunirme con el Bordarzt Hauffmann y consultar tablas sobre ingesta mínima de calorías comprobamos que a media ración podremos resistir un mes más, según los sabios que realizaron esas tablas., posiblemente experimentando consigo mismos.

Comunico el estado en que nos encontramos al BDU, que responde que las medidas adoptadas son válidas y que sólo en caso de extrema necesidad hará que otro U-Boot se acerque para transferirnos parte de sus provisiones.

La decisión del BDU, aunque dolorosa, resulta comprensible: no sólo minimiza el riesgo de ser atacados en la operación de transferencia, también hace menos probable que el convoy se pudiera colar por el hueco donde estuviera el U-Boot que viniera en nuestro auxilio y, sobre todo, evita que un U-Boot bien cargado de torpedos se vea obligado a volver a base antes de tiempo. Nosotros, con pocos torpedos a bordo, somos menos valiosos.

4 MAYO 1942

Son ya muchos días de incesante patrullar, sin que aparezca rastro del convoy esperado. De todas formas nuestra obligación es seguir las órdenes recibidas.

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Desgraciadamente la dieta que seguimos empieza a resentir la salud de algunos hombres. Pese al celo de Chef, alguna lata de las que calificamos como “pasables” debía estar en peor estado del que parecía, y tenemos hoy a toda la guardia de media totalmente incapacitada de hacer nada que no sea vomitar y mantener reposo absoluto.

El aire del interior del submarino resulta cada vez más viciado, casi se diría que gana día a día cualidades que la química se empeñaría inútilmente en determinar. ¿Cómo explicar la capa que pinta en nuestros rostros macilentos?. La ciencia lo definiría como un coloide, suspensión de polvo, grasa, gases de los motores, gérmenes. Mezcla a la que yo sumaría unas cuantas partículas, aún no detectadas por los científicos, como la ira latente, el hambre contenida, la nostalgia y hasta una cierta desesperanza…

Salir fuera es una bendición. Por sano consejo de nuestro médico Hauffmann permito que todos los hombres, incluso los que no habían salido en toda la patrulla, suban al puente en grupos de dos (más no caben sin entorpecer a los serviolas). La media hora que disfrutan es su pequeña ilusión diaria, a la que no renuncian haga el tiempo que haga.

Allá arriba se mantienen largas conversaciones. Más de dos meses compartidos hacen que se hayan forjado fuertes lazos de camaradería, incluso entre hombres de regiones normalmente irreconciliables. Resultaba casi conmovedor escuchar al bávaro Klöse y al serviola Schultz, de Pomerania, prometiendo visitar el pueblo del otro cuando acabe la guerra, hablando de lo mucho que le gustaría conocer a sus padres, la cerveza de la taberna de Hermann, o sobre las virtudes de tal y cual variedad de pepinillos.
Y es que todos, detrás de su máscara de obligada fiereza, esconden a su auténtico ser, albergando debilidades y sueños…

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11 MAYO 1942

Al fin, después de tantos días de patrulla por el cuadrante BE sin detectar movimiento alguno ni participar en ninguna operación, el BDU nos ordena que podemos regresar a Lorient. Parece que el avistamiento del convoy ha tenido lugar en otro sector y no se nos ha ordenado dirigirnos a él por la distancia a la que nos encontrábamos.

El momento en que comunico esta noticia del definitivo regreso se saluda con un júbilo indescriptible. Hemos cumplido nuestro deber con dignidad, y podemos poner al fin proa a nuestra base.

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14 MAYO 1942

11:30 - Estamos a punto de empezar la travesía del Golfo de Vizcaya. Antes de que empiece la zona vigilada por aviones ingleses, aprovechando que hace un buen día dejo estar a mis hombres un rato en cubierta para que tomen el sol después de tantos días dentro del submarino. Hago una foto para inmortalizar el momento de relax…

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Después, todo vuelve a la rutina, sólo la guardia de la torre, vigilando incansablemente el horizonte a la búsqueda de cualquier signo anómalo.

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Los curtidos serviolas no dejan de vigilar hora tras hora, día tras día.

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A las 16:02 avisaron del avistamiento de una columna de humo en marcación 330.

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Subí al puente y comprobé que se trataba de un mercante solitario. Pusimos inmediatamente rumbo hacia él.

Parece mentira, Herr Müller, más de un mes sin ver ni un barco y tuvimos la suerte de encontrarnos con uno justo en esta zona. El hecho de navegar sin escolta me hizo pensar que tal vez fuera un barco de un país neutral, había que acercarse lo suficiente para comprobar el pabellón que desplegaba.

Ordené subir un par de metros la línea de flotación y trazar un rumbo casi perpendicular al del barco para así presentar menos perfil y retrasar nuestro avistamiento mientras nos acercábamos en superficie.

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Había un oleaje correspondiente a la escala 6 de Beaufort, suficiente como para que las olas que generaba nuestra torre pasaran inadvertidas.

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Al llegar a una distancia que juzgué prudencial ordené sumergirnos a profundidad periscópica.

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Nos habíamos colocado en una posición que haría que el barco pasara cerca del U-512. Ahora sólo quedaba esperar, identificar la bandera y si se confirmaba que era de un país enemigo mandarle a pique.

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Se confirmó que se trataba de un buque inglés, un pequeño carguero de unas 2.000 toneladas. Resultaba inaudita su temeridad, navegando en solitario por estas aguas tan próximas a las bases alemanas. Pronto pagaría cara su inconsciencia, me dije.

Mandé inundar el tubo 1 de la cámara de torpedos de proa. Después de dos meses y medio sólo nos quedaban tres torpedos a bordo. Era el momento de aligerar más la carga. Tras unos sencillos cálculos todo estaba preparado,

- “Torpedo 1, los”

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El torpedo salió, la cosa estaba sin duda hecha. Empecé a mirar el cronómetro.50 segundos… 40 segundos… 30 segundos… sólo 20 segundos para que haga blanco…

De pronto, observé que algo no iba bien. Una gruesa humareda negra brotó con más fuerza de la chimenea, señal que habían aumentado la presión en la sala de calderas.

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Casi de forma simultánea, el barco empezó a girar a estribor. No había duda, ¡había visto el torpedo!. Era algo que podía pasar, debían haber detectado (relativamente fácil al estar a pleno día) la estela de burbujas que iba dejando tras de sí. Como no nos quedaban ya torpedos eléctricos sólo podíamos usar los de gas convencionales de antes de la guerra, ¡rápidos pero escandalosos!.

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El carguero era sorprendentemente hábil en su giro y aceleración, debía estar equipado con alguna de las nuevas turbinas diésel que el astillero de Vickers había incluido en los últimos años en los barcos destinados a mercancía urgente. Quedaban menos de 10 segundos para que el torpedo llegara al punto de intercepción previsto y el maldito inglés se iba a escapar…

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Seis segundos, cinco…imaginé a los espantados ingleses asomados por la banda de babor viendo cómo se acercaba la flecha burbujeante…”lo lograremos, Jimmy, un poco más, sólo un poco más rápido, vamos, vamos…”

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Lástima. Viste el torpedo demasiado tarde, Jimmy…

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Una descomunal columna de agua se alzó. Y Jimmy y sus compañeros se dieron cuenta que tenían un problema.

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Pese a todo, el barco seguía navegando a toda máquina aunque llevaba un buen mordisco a babor que le estaba inundando las entrañas…

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Aunque lo más probable era que no tuviera mamparos estancos, le lancé otro torpedo para asegurar la pieza.

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Ni Jimmy ni ninguno de sus compañeros lo vieron venir, bastante tenían con acudir a popa y poner en funcionamiento las bombas de achique.

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De pronto sintieron la gran explosión, algunos vieron cómo el mar entraba a través del casco perforado para devorarles, cómo el agua se les echaba literalmente encima y todo fueron gritos, carreras y empujones. Los botes, dónde están los botes. Jimmy y sus compañeros ya sólo eran fieras despavoridas, ajenas a todo lo que no fuera salvar el propio pellejo.

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El torpedo le había dado nuevamente por popa. Aunque no era un impacto certero (pues realmente el buque iba más rápido de lo estimado), sabía que debería detenerlo…

En efecto, aminorando poco a poco la marcha, el barco finalmente se detuvo y se escoraba por popa.

Para entonces Jimmy y otros marineros se estaban encarando con el segundo oficial, que les estaba apuntando con una pistola:

- “¿Qué es eso de que sólo hay remos para un bote, maldito?”

- “El capitán quería todo el espacio disponible en cubierta para la carga. ¿Qué os creíais, idiotas, que el dueño de un barco con un cargamento bien pagado no intenta optimizar su beneficio en tiempos de guerra?. ¿O es que cuando aceptasteis en Gibraltar la buena paga que os ofrecimos para navegar en un barco fuera de convoy no sabíais que por algo era?. ¡Y ahora, largo, iros a proa y agarraros a lo que podáis, pero alejaros de este bote inmediatamente o disparo!”

Resulta difícil mantener la disciplina en esas circunstancias.

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Ajeno al drama que se desencadenaba en cubierta, el agua iba ocupando inexorablemente cámara tras cámara, escorando más y más el barco.

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Una vez más, las leyes de la física se iban a cumplir. Conforme entraba agua, el volumen de fluido desalojado se reducía, y con ello el empuje ascensional. Según Arquímedes, la suerte estaba echada.

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Pero el hundimiento fue más espectacular de lo que preveía. El barco estalló de forma súbita, y aunque la explosión tal vez se desencadenó al inundarse la cámara de calderas, supe entonces que la carga que llevaba no eran plátanos precisamente.

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No divisé ningún bote en el agua. Por alguna razón, no les dio tiempo a arriarlos…

16 MAYO 1942

Atravesamos el Golfo de Vizcaya sin novedad. Para reducir el riesgo de ser atacados por la aviación inglesa, cada vez más molesta y audaz en estas aguas, por el día nos manteníamos sumergidos, sólo por la noche emergíamos.

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La última dificultad, por así decirlo, estaba cerca de las costas francesas. Consultamos la carta de defensas del puerto de Lorient, para evitar chocar con una mina o una red antisubmarinos que supusiera un triste fin a nuestra patrulla.

No hubiera sido la primera vez en que un barco se pierde en aguas “amigas”.

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Una vez marcada la derrota base para evitar caer en nuestras propias defensas, mandamos un mensaje al BDU informando de nuestra posición.

Se nos contestó que esperásemos en la rada exterior de Lorient para hacer la entrada acompañados por un rompedor de bloqueo que haría la función de guiarnos con más exactitud entre los campos de minas y que nos daría además la escolta de honor conveniente.

Ya situados en la rada exterior, a las 21:00 nos abordó una lancha que traía víveres frescos, un regalo de parte de Dönitz.

Durante aquella hermosa noche, se hicieron con enorme alegría las tareas de engalanado del U-512, esperando que llegara el día siguiente para entrar al fin a puerto.
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paraban
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Re: NUEVA YORK EN LLAMAS

La victoria es de los audaces = (Ing. de Caminos, Canales y Puertos +Arquímedes)n + tn + n
¡FIERA!
Saludos
Leovigildo
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Re: NUEVA YORK EN LLAMAS

paraban escribió:La victoria es de los audaces = (Ing. de Caminos, Canales y Puertos +Arquímedes)n + tn + n
¡FIERA!
Saludos
:oops:
Lo que hacen algunos por que se les invite a alguna ronda en Helga... venga, vaaaaaa ::juas::

Saludos.

P.D.: esta promoción tenía un número limitado de ofertas. Que ya me veo a toda la flotilla haciendo la ::olas: ¡ Lo que se hace por una ::glubglub: , ja ja ja!
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paraban
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Re: NUEVA YORK EN LLAMAS

¡Ya te digo!
Mil gracias
Leovigildo
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Re: NUEVA YORK EN LLAMAS

17 MAYO 1942

Y llegó por fin el día tan esperado. Nuestra llegada a Lorient fue apoteósica.

Los periodistas del “Nachrichten für die Truppe” a bordo del patrullero que nos escoltaba a través de los accesos minados del puerto nos fotografiaron. Ésta en concreto fue la portada del diario al día siguiente, bastante marcial, hay que reconocer.

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La navegación por el puerto se hizo lentamente, escuchando las sirenas de saludo que nos hacían al pasar los navíos engalanados, contemplando el maravilloso movimiento que había en los muelles, las grúas, los talleres, los búnkeres de donde salían los reflejos que generaba el trabajo de los soldadores.

Pronto, al día siguiente, el U-512 se metería en el interior de aquellos búnkeres para ser sometido a un bien merecido descanso y reparación. Pero hoy era el día de gloria.

- “¡Arriba los gallardetes, vamos a proclamar los barcos que hemos hundido!”

Uno tras otro, se desplegaron los 14 gallardetes, uno por cada barco hundido, pintado en cada uno las toneladas correspondientes. 118.500 toneladas en dos meses y medio de patrulla.

Al atracar en el muelle hice formar a toda la tripulación, convenientemente arreglada para la ocasión.

- “Bueno señores, esto se acaba, ha sido un honor navegar con ustedes. Deseo que aprovechen sus días de permiso abrazando a sus novias como si les fuera la vida en ello. No den disgustos a sus padres pasando el permiso en el calabozo y por favor recuerden que son marinos de la Kriegsmarine, no vulgar chusma. Que la gente admire a la tripulación del U-512 tanto en la tierra como en el mar”

- “¡A las órdenes, Kaleun!”

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A muchos camaradas se les saltaban las lágrimas mientras la banda de música tocaba alegres marchas de la Kriegsmarine.

Las heridas de los combates que mostraba el casco del U-Boot eran como medallas que éste llevaba para ofrecer un aspecto más heroico.

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La banda de la marina estaba especialmente inspirada, tocando con especial brío al compás que marcaba su director, Herr Glück.

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Todo eran aplausos y hurras. Las enfermeras del hospital de la marina nos lanzaban flores, que los más osados de la tripulación devolvían con piropos.

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Descendimos finalmente a tierra, ese momento tan ansiado y a la vez temido por los marinos después de una larga travesía. Cruzar el estrecho paso que se tiende entre el submarino y el muelle no significa sólo desorientación para las piernas, que deben acostumbrarse a la falta de balanceo. Significa, sobre todo, que uno cambia de universo, pasando a un mundo más estático donde está sujeto a otras leyes, y donde los peligros vienen de lugares menos evidentes que en alta mar.

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Ante la curiosidad de los asistentes, la barba de tantos días nos daba el aspecto convenientemente fiero para la ocasión…

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Fuimos efusivamente felicitados por nuestros superiores y escuchamos el discurso que Dönitz había preparado para homenajear conjuntamente a nuestro U-Boot y a un submarino de la Regia Marina Italiana que había hundido un vapor en el Atlántico. Proezas similares, honores similares.

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Tras darnos una hora de permiso para adecentarnos según requería la ocasión y vestirnos con nuestros uniformes de gala fuimos a la residencia del BDU, al Château de Kernevel. Dos comedores habilitados al efecto sirvieron para albergar dos festines, uno para los oficiales de submarinos y los altos oficiales de la base y otro para los suboficiales y marinería de los submarinos que habían regresado.

Brindis y más brindis con champagne Krug Grand Cuvée en copas de cristal de Bohemia. Nos sentíamos invencibles, capaces de conquistar el mundo.

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Aunque he de reconocer que para muchos lo que mejor nos supo fueron las verduras y frutas frescas, después de tantas semanas en alta mar.

Tras la comida fue el mismo “Gran León”, Karl Dönitz, quien felicitó personalmente a toda la tripulación e impuso las medallas e insignias.

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A mí me correspondió la “Eisernes Kreuz 2. Klasse” (Cruz de hierro de 2ª Clase). Era el primer peldaño hacia el Olimpo que me fue prometido, pero como es bien sabido, no se llega a la “Ritterkreuz des Eisernes Kreuzes mit Eichenlaub, Schwertern und Brillianten” (Cruz de Caballero con hojas de Roble, Espadas y Diamantes) si no se va pasando antes por las condecoraciones precedentes. Da igual la proeza que se haga, hay que seguir patrullando, en suma.

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Más tarde, durante el paseo que solía dar los días de triunfo en compañía de otros Comandantes por los jardines de su residencia, Dönitz me comunicó que tenía un mes de permiso. Me hizo partícipe de ciertos planes, aunque de forma un tanto imprecisa, para sacar partido a lo que el U-512 había logrado. Aún recuerdo la enigmática frase final:

- “Permítame que le de un último consejo, estimado Kaleun. Es posible que llegue a ver importantes personajes, mucho más importantes de lo que imagina, incluso el mayor de todos. En ese caso tendrá que pasar al menos dos controles de seguridad. Tras superar el primero, dejará atrás el firme y honesto terreno militar para pasar al segundo que da acceso al más resbaladizo terreno de la política. Tenga cuidado cuando entre en él.”


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Al día siguiente tenía que partir hacia París. Allí el portavoz de prensa de la Kriegsmarine sería mi anfitrión y me daría las órdenes oportunas.

18 MAYO 1942

Llegué a París, donde tenía la orden de entrevistarme con usted, Herr Müller, en calidad de portavoz de prensa de la Kriegsmarine. Me dijeron que había preparado una interesante iniciativa en colaboración con varios periódicos, a la vez que sondeaban a la opinión pública.

Y esto, Herr Müller, es todo el relato que me ha pedido que hiciera, quien sabe en qué terminará esto…
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porter99
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Re: NUEVA YORK EN LLAMAS

::plas: ::plas: ::plas: ::plas: ::plas: ::plas: ::plas: ::plas:
Muy bueno el relato camarada, lo he seguido de principio a fin.
Chapeau ::maestro:

Estas invitado como no a unas rondas en helga ::guglu: ::guglu: ::guglu: ::guglu: ::glubglub:

Un saludo
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