Tras las huellas de la Kriegsmarine...

Espacio dedicado a aquellos comandantes que gusten de escribir y leer relatos sobre submarinos y aventuras marineras.

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kummetz1938
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Re: Tras las huellas de la Kriegsmarine...

...continuación

24 de agosto, a las seis de la mañana. Después del ejercicio de inmersión que se efectúa cada mañana, el U-185 vuelve a la superficie.August Maus cuenta los días que le faltan para su boda, sube a la torreta y echa una ojeada de conjunto con su "Zeiss". Nada a la vista.El mar es de un espléndido color verde, sembrado de cabrillas blancas que corren sobre las olas.Por medio del tubo acústico Maus anuncia:
- El turno de guardia a la torreta.
Cuando sus vigías están instalados en su puesto, baja y, tras haber saludado a Hoeltring que acaba de levantarse y ya lleva su "Mauser" en el cinto, va a echarse en su litera. El sector está en calma. Al menos, eso cree él.
En el cielo, a 2.000 m de altura, tapado por el sol, el piloto de un caza "Hellcat" perteneciente a una escuadrilla del portaaviones Core que patrulla en el sector percibe una mancha brillante. La indica a su copiloto. El avíon toma altura para no ser descubierto mientras el piloto enfoca sus prismáticos.¡Es un submarino!
Acto seguido avisa al Core. La respuesta llega unos segundos después:
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Mantened el contacto. Os enviamos refuerzos.


Exactamente diecisiete minutos más tarde,dos "Hellcat" y dos bombarderos "Avenger" giran en el cielo sobre el Lobo gris ocultándose en las nubes que han hecho su aparición.
-¡Flieger alarm!
Con los dos cazas en cabeza, los cuatro aviones descienden sobre el submarino.
Mientras el claxon resuena lúgubremente en el interior del U-185, los sirvientes de las piezas DCA trepan a toda velocidad a cubierta. Apenas acaban de ocupar sus puestos y se disponen a apuntar las dos piezas, las ráfagas
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terriblemente precisas del primer "Hellcat" los tumban con una granizada de balas.
Maus sube a la torreta en el momento en que el segundo caza vuelca su lluvia de plomo y alcanza a los vigías. El segundo, que se halla delante de él, se desploma en los brazos de Maus. Una bala le ha atravesado el cuello, otra le ha laceradado el pecho. con voz apenas audible, el segundo murmura:
-No es culpa del vigía, comandante.. Los aviones estaban dentro de las nubes y el sol... No hay que castigarlo.
Pone los ojos en blanco y es sacudido por un postrer estremecimiento. El segundo equipo de ametralladores que ha corrido hacia las piezas de la DCA no tiene tiempo de utilizar sus armas. Es aniquilado a su vez. Dos granadas submarinas soltadas por el primer "Avenger" estallan una a babor bajo la popa y la otra sobre el cañón de 105 mm. que revienta. Un gran agujero se abre en la cubierta de proa.
Con el choque, el U-185 se encabrita balanceándose locamente, embarcando agua. Unos hombres que estaban cogidos a la escala y se disponía a ponerse a las ametralladoras, caen en el puesto central, cuatro metros más abajo, gritando.August Maus, que ha sido derribado por las deflagraciones, se levanta trabajosamente. Sangra por una profunda herida en la frente. Se enjuga la sangre que lo ciega y, agarrándose al macizo de los periscopios, pregunta por el panel a Ackermann:
-Jefe, ¿podemos sumergirnos?
Desde abajo, una voz descompuesta y entrecortada por unos accesos de tos le contesta:
-Imposible comandante...
La voz del ingeniero-mecánico es cubierta por los gritos de pánico y el bramido del agua que invade el compartimento de popa.
Dificultosamente, con los ojos desorbitados, Ackermann aparece en la torrreta:
-El submarino está perdido, comandante -jadea tosiendo-. El cloro está en todas partes...
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En el interior del U-185 estalla el drama. Despedidos por el agua que penetra con estrépito, con los pulmones abrasados por las emanaciones de cloro que provienen de las baterías anegadas y que los ventiladores propagan en los tres compartimentos, asfixiados por el humo que de desprende de un diésel en llamas, los hombres aterrorizados luchan salvajemente, despiadadamente, por salir de su ataúd de acero.
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Re: Tras las huellas de la Kriegsmarine...

Parece ser que las cosas no pintaban muy bien para el U-185. La suerte no dura para siempre y la suya se acabó ese día. ::glups
kummetz1938
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Re: Tras las huellas de la Kriegsmarine...

Los Lobos del Almirante

continuación.........

A la débil luz del circuíto de socorro que se enciende y se apaga con intermitencias, Hoeltring ve a uno de sus marineros que yace en el suelo, con los ojos despavoridos y la boca abierta, enseñando los dientes.
-Estoy acabado, comandante -gime el hombre hipando-. Tengo fuego en el pecho...
De pronto se calla y escupe coágulos de sangre. cuando vuelve a poder hablar, implora:
-Remáteme, comandante, se lo suplico...remáteme...
Hoeltring está junto a él, doblado por el sufrimiento.También tiene los pulmones abrasados por el ácido y cada vez que tose una tenaza candente le desgarra el pecho.
El hombre que está a sus pies ha cerrado los ojos y gime sin cesar.Una espuma rojiza le resbala sin interrupción sobre el uniforme. Juntando todas sus fuerzas, sufriendo a su vez y jadente, Hoeltring desenfunda su pistola.
Como si hubiera comprendido, el marinero entreabre los ojos y logra murmurar mientras se retuerce de dolor:
-Dése prisa, comandante...
Retumba la detonación de la "Mauser". con el cráneo medio arrancado, el hombre ha sido proyectado a un metro de Hoeltring que baja la pistola. Con dificultad y los ojos desencajados, se yergue asiéndose a un tubo con la mano. Echa una ojeada al puesto central donde unos veinte hombres se pegan sin compasión, se agarran unos a otros, suboficiales y marineros, en una lucha terrible a golpes de llaves y de barras de hierro par trepar por la escala de la torreta.
Hoeltring se apoya en la pared del puesto central. Tose mucho y cada acceso le lacera el pecho, le arranca sangre y gemidos. Entonces, lentamente, se lleva el cañón de su "Mauser" a la boca y dispara.
Apenas su cuerpo acaba de desplomarse en el suelo cuando con un respingo brutal la roda del U-185 se alza fuera del agua. Acto seguido unas trombas de agua se precipitan hacia el compartimento de proa arrastrando consigo a los desventurados tripulantes. La roda sigue elevándose mientras, al lento impulso de un diésel que aún gira, la cubierta de
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popa empieza a desaparecer bajo el mar.

A pesar de la inclinación del submarino, August Maus ayuda a sus hombres a salir del panel y los manda a refugiarse al pie de la torreta, por la parte de proa. Por el panel grita consejos de calma y de orden. Pero sus marineros se han vuelto locos. Solo un oficial está a su lado. Es Von Liege, el médico de a bordo que trata de hacer respirar a Ackermann al borde del desvanecimeinto. maaus se inclina por el paaanel y grita:
-¿No hay nadie en la central?
Únicamente le llega el bramido del agua.
Un "Hellcat" pasa en vuelo rasante y ametralla furiosamente lo que ya no es más que un pecio rodeado de columnas de humo. sosteniendo a Ackermann, Maus y von Kliege llegan milagrosamente indemnes junto a los hombres que está apiñados y aterrorizados al pie de la torreta.
-Actung! grita una voz despavorida.
Surge un "Avenger". Abriendo los ojos desmesuradamente, todos lo ven acercarse, con sus bodegas abiertas a sesenta metros de altura. Ya está. Lo tienen encima.
en el rugido de sus motores, el "Avenger" vira y toma altura sin haberlos bombardeado. Un grito de alegría se eleva de los pechos de estos hombes que nada tienen ya de humano.
-¡Nos ha perdonado!
Algunos incluso vociferan:
-¡Vivca América! ¡Gracias yanquis!
El doctor, que había creído llegar su último minuto, dice a Maus con voz tensa:
-¡Buenos muchachos! ¡Oh, si, buenos muchachos...! Si llegan a soltar una sola bomba ya estaríamos convertidos en salchichas...
El doctor se ríe. Una risa rara, rechinante, agitada, un poco loca. A bordo del "Avenger", que ha vuelto a tomar altura, el piloto está furioso. Por su micro, anuncia al copiloto, sin dejar de examinar la "pera" de disparo:
-¡Esa mierda de trasto! Se ha agarrotado...¿Me oyes?
Casi toda la popa está cubierta por el Océano. De un minuto a otro el U-185 peligra irse a pique. August Maus mira por última vez su U-Boot. Parpadea para ocultar su emoción y luego, recobrando su voz autoritaria, ordena:
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-¡Vamos, camaradas, evacuad el submarino! Alejaos rápidamente y formad círculo!
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Re: Tras las huellas de la Kriegsmarine...

Los Lobos del Almirante

............continuación

A medida que se van arrojando al agua, Maus los cuenta. Ya no son más que 27. Él salta a su vez. Sólo en este momento, mientras patea y bracea para salir a flote, se da cuenta de que no lleva chaleco salvavidas. De momento se asusta. "Así no voy a aguantar mucho", piensa desesperado. su herida en la frente le escuece y al mismo tiempo siente por primera vez un dolor lacerante en la muñeca izquierda. Saca por fin la cabeza del agua y aspira una larga bocanada de aire. Pero es absorbido por el remolino que provoca el submarino al hundirse. De nuevo se debate para subir a flote. Luego, con dificultad, a causa de su muñeca dolorida, nada hacia el pequeño grupo de náufragos que está a un centenar de metros, balanceado por una ligera marejada. Los hombres se cogen de la mano o por los hombros. Cuando Maus se reúne con ellos, el doctor suelta a su compañero y hace sitio al comandante que se agarra a él, extenuado.
-¡Pero si no lleva usted Schwimmweste (chaleco salvavidas), por Dios!
Incapaz de hablar, con el corazón palpitante, Maus mueve la cabeza.
-Quédese agarrado a mí - dice Von Kliege.
El marinero de su izquierda, Fritz, le pasa un brazo por el sobaco e intenta sonreirle.
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Un "Avenger" pierde altura y describe un amplio círculo sobre los náufragos que lo contemplan mudos de inquietud. ¿Los ametrallará?
-¡Emite una señal! -les tranquiliza Maus.
En efecto, con un proyector, un aviador les transmite un mensaje en Morse que Maus descifra:
-"H...E...L...P...I...S...C..O...M...I...N...G..." "Help is coming" -grita Maus a sus hombres extenuados-. Nos anuncia que nos mandan socorros. ¡No hay que desfallecer ahora, camaradas!
Unos débiles hurras resuenan mientras el bombardero se aleja hacia el Oeste. De nuevo el cielo queda desierto. Y el silencia súbito que cae sobre este mar donde algunos minutos antes retumbaban los ruídos de la guerra causa un efecto deprimente en los náufragos. Se siente bruscamente solos, abandonados.
-Mirad -dice un marinero con una voz rota.
Haciendo un esfuerzo, algunos levantan la cabeza.-Mira -dice un marinero a su vecino que reclina la barbilla sobre el pecho.
-¡No me importa un pepino! -gruñe el otro-. ¡Ya no me importa nada...nada de nada!
Con un estremecimiento casi humano, el U-185 eleva su roda hacia las nubes y rápidamente se hunde en el mar. Hay un gorgoteo de agua, seguido de una gran bolsa de aire que revienta la superficie. Todavía unos sordos ruídos que provienen del fondo, un gran remolino que agita el océano y luego una mancha de aceite, muy negra, se ensancha en la superficie. Y bruscamente el silencia. Unos hombres lloran. Aquí y allá saltan restos como tapones y caen levantndo chorritos de espuma.
-¡Hemos olvidado a ..Imagen...Adolf a bordo!
El hombre que acaba de gritar suelta a sus vecinos y se echa a reir, con una risa inextinguible,metálica, insoportable. Sus camaradas intentan agarrarlo, pero sin dejar de reir, tragando agua de mar, tosiendo y escupiendo, y volviendo a reir, él se escapa.
-Voy a buscarlo...
-¡No seas bestia! Quédate aquí...
Palabras inútiles. El hombre se ha vuelto loco. Nadando con fuerza se aleja del círculo, sin dejar de tragar y escupir agua, soltando unas carcajadas que terminan en farfulleos y que se repiten poco después.

Otro hombre pierde a su vez, en aquel mismo instante, la razón. empujando a los camaradas que intentan retenerle, asestando puñetazos con la fuerza de los dementes, berrea:
-¡Ah! Veo una cervecería, muchachos...una cervecería...
Mientras trata de desasirse de las manos que le sujetan, sigue vociferando como un poseído:
-Voy a tomarme una cerveza...una cerveza estupenda... ::drunk:
Golpeando el agua con frenesí, asestando un codazo en la mandíbula de Von Bothmer, el segundo del U-604 que intentaba sujetarlo, se aleja rápidamente.
Maus, que, exhausto, se había quedado ::zz: dormido en el agua, sostenido por el doctor y por Fritz, recobra el conocimiento con dificultad. Tiene los ojos enrojecidos e hinchados, una jaqueca que le martillea la nuca, un dolor en la muñeca y siente unas astillas de hierro que le laceran la espalda a cada movimiento. Parpadea y se pone a pernear para mantenerse a flote y aliviar los esfuerzos de Von Kliege y de Fritz.El doctor le pone al corriente de la situación. Maus mueve la cabeza, la sumerge en el agua para despabilarse del todo.
-Camaradas -dice con voz ronca-, os lo suplico. Aguantad de firme. Sé que las horas que faltan para que nos lleguen socorros serán las más duras de vuestra vida, pero no debeis desanimaros. Pronto todo habrá terminado...
De pronto una voz grita:
-Otto ha muerto... :cry:
Antes de que el horror se apodere de los náufragos, Fritz dice con una sangre fría 8) extraordinaria:
-Quitadle el Schwimmweste...El comandante no tiene.
Transcurren unos minutos y, pasando de mano en mano, el chaleco salvavidas llega por fín a August Maus. Se retuerce, se hunde, vuelve a flote, pero por fin se lo ha puesto. Se vuelve hacia el doctor y le dice:
-Con esto me siento más seguro.
El semblante de Von Klige le sobrecoge. El doctor tiene una tez de yeso, los labios amoratados y cierra obstinadamente los párpados. Maus lo zarandea sin contemplaciones.
-¡Doctor! ¡Doctor, por Dios no se duerma...! ¡Espabile!
Von Klige abre :shock: los ojos, hace un gesto afirmativo con la cabeza y se abandona otra vez.
Unos alaridos sacuden la apatía de los náufragos. Miran. Los dos locos que los seguían se agitan, baten el aire con los brazos, desaparecen bajo las aguas y reaparecen poco después gritando.
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-¡Tiburones! -murmura Fritz.
Unas aletas negras y relucientes henden el agua que adquiere unos reflejos rojos. Hay un último grito que termina en un
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estertor desesperado, y de nuevo el silencio. Las aletas reaparecen en la superficie y se mantienen a unos centenares de metros de los náufragos.
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Re: Tras las huellas de la Kriegsmarine...

Los Lobos del almirante

continuación.........

Ha caído la noche. con las tinieblas que los envuelven y los tiburones cerca, el miedo y el desaliento se apoderan otra vez de los náufragos. Los que consiguen, aunque ateridos y entumecidos, luchar contra el sopor que les invade, agarran con fuerza la mano o el hombro del vecino. Es una larga noche de dolor. Casi todos han sufrido heridas durante el combate y han perdido mucha sangre. De vez en cuando un hombre se entrega a la desesperación y llora o grita. De vez en cuando una cabeza se inclina pesadamente y esto significa que la muerte ha obtenido una nueva victoria. De vez en cuando, Maus habla a sus hombres para mantenerlos despiertos. cada vez que consigue librarse con dificultad de los entumecimientos que lo invaden siempre con mayor frecuencia, les repite como una letanía:
-El que se duerme es hombre muerto.
Pero la muerte ya no causa temor a esos seres abanadonados por toda voluintad de vida, por toda resistencia, por toda esperanza. La muerte la esperan resignados como una liberación.
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Avanzada la noche, a eso de las cuatro de la madrugada, nadie está seguro de nada y Maus les obliga a rezar y después a cantar. Un poco más tarde, les hace recitar la tabla de multiplicar. Hay que hablar, hay que oir voces. Las voces recuerdan la vida. el silencio es la aceptación del fin.
Por fin despunta el día. Y las aletas negras de los tiburones siguen allí. cuando August Maus mira al doctor, se da cuenta con dolor que ha estado sosteniendo toda la noche un cadáver. No es capaz de saber a que hora se ha presentado la muerte. ¿Era mientras rezaban? Cuando la fatiga ha cruzado las barreras invisibles de la resistencia humana, el espíritu ya no siente más que indiferencia. Es con indiferencia que Maus suelta el cadáver y lo aparta hacia atrás después de haberle quitado el chaleco salvavidas. Durante largo rato el cuerpo del doctor los sigue y choca sin que nadie lo note.
Con los ojos y las comisuras de los labios abrasados, irritados por la sal marina, la barba crecida, la mirada alucinada, el círculo de náufragos sigue yendo a la deriva. Los hombres ya no hablan, ya no se lamentan. A veces, las aletas de los
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tiburones se sumergen y desaparecen a la búsqueda de un cuerpo que se ha hundido. Ya no quedan más que veintiuno.

Según la posición del sol, deben ser las nueve, y una ligera bruma se extiende sobre el mar. La mano de Fritz sacude el brazo de Maus, que lo mira como atontado. con voz extenuada, dice:
-Comandante...tengo... tengo la impresión que he visto un mástil en el horizonte, pero estoy demasiado cascado para saber si es un espejismo...si veo visiones o si de veras es un mástil.
-¿Donde?
-¡Allí! ¿Lo ha visto?
-Me lo ha parecido -contesta Maus que cree haber visto recortarse una fina línea, opaca en el cielo desvaído, pero que no está seguro de sus ojos.
-¡Fíjese, otra vez!
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-Si, eso es, Fritz... Es el destructor, no cabe la menor duda.
Carraspea y, recobrando de repente una energía insospechada (...como yo cuando estoy ahora escribiendo :wink: ), habla a sus hombres:
-¡Camaradas! -dice con una voz firme que sorprende a todos-. ¡Estamos salvados!
Alelados, por haber rebasado hace tiempo los límites de su resistencia, los náufragos lo miran sin comprender demasiado.
-Un destructor viene a socorrernos...Fritz y yo lo hemos visto...¡Mirad, si no me creéis! Su mástil es visible
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kummetz1938
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Re: Tras las huellas de la Kriegsmarine...

Los Lobos del almirante
-continuación......

Como si una nueva fuerza se hubiera apoderado de ellos, los hombres yerguen la cabeza y contemplan el punto del horizonte que Maus les indica con la mano. Transcurre un minuto en el que el estupor y la incredulidad son tan fuertes que los náufragos no quieren dar crédito a sus ojos. Finalmente, uno de ellos grita:
-¡Es verdad, muchachos! Lo he visto. Estamos salvados... ¡Salvados!
La vida parece haberse adueñado de nuevo de estos cuerpos aniquilados. Ahora, todos hablan atropelladamente-. Muchos lloran y ríen al mismo tiempo. El ronroneo de un avión se deja oir. El aparato se acerca ràpidamente describiendo amplios círculos sobre el mar. Todas agitan los brazos frenéticamente. Por fin el avión los ve. Vuela sobre ellos y se aleja.
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-Camaradas -dice Maus con voz fuerte-, hemos sido localizados por un avión. Dará nuestra posición al destructor. Dentro de una hora aproximadamente seremos rescatados. Vamos a ser prisioneros de guerra. Debo recordaros que un soldado capturado sólo tiene que comunicar al enemigo su nombre y el número de su matrícula El enemigo intentará sonsacaros secretos y tratará de saber si otros Lobos grises se agazapan en estos parajes. No debeis comunicarle ningún dato que pudiera acarrear la pérdida de los que siguen combatiendo.
Maus calla. Examina a sus hombres uno a uno y luego pregunta:
-¿Puedo contar con que hareis vuestro deber hasta el fin?
Todos los hombres responden:
-Jawohl, Herr Kaleunt!
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Como lo preveía Maus, el destructor americano tarda una hora en llegar hasta ellos. cuando el buque ha parado tranquilamente sus máquinas y se halla a cincuenta metros de ellos que ahora flotan desunidos sobre las olas, un oficial pregunta desde el portalón:
-¿Quién de vosotros es el comandante?
Maus levanta el brazo.
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-¡Suba a bordo!
Juntando las últimas fuerzas, Maus trepa por la red que cuelga a estribor del destructor. Dos marinos cubiertos con el gorro blanco de la U.S. Navy le ayudan a salvar la barandilla.
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Chorreando agua, con los ojos febriles y tiritando de frío, August Maus va al encuentro de dos oficiales uniformados de blanco. Los saluda militarmente. Los americanos le devuelven el saludo.
-Kapitänleutnant zur See, August Maus -se presenta.

El oficial, que es capitán de fragata, pregunta con voz desabrida:
-¿Habla usted inglés?
-Desde luego -contesta Maus.
-Well, no puedo perder mucho tiempo comandante. Dígame si hay otros submarinos alemanes en estos parajes.-Tengo prohibido contestarle.
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El oficial americano lo mira fijamente y luego añade-Comandante, quiero precisarle que si no me facilita los informes que deseo obtener, le echo al agua otra vez y lo dejo con sus hombres.
Última edición por kummetz1938 el 02 Feb 2011 18:06, editado 1 vez en total.
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Re: Tras las huellas de la Kriegsmarine...

Los Lobos del almirante
-continuación.......

Aunque tiritando en sus ropas empapadas y extenuado y tambaleándose, August Maus se yergue. Mira a sus hombres que chapotean henchidos de esperanza en el agua. Una camaradería de combate, de sufrimientos, de miedos, de victorias, los une. Y sin embargo, a pesar de ello, a pesar de su deseo obsesionante de café caliente,de ropas secas y de una litera, Maus no vacila. Con voz que reprime mal su furor, responde:
-No tengo nada que decirle.
El oficial americano vuelve a mirarlo fijamente. Luego dirigiéndose al joven alférez de navío que estaba un poco apartado, le ordena:
-Haga subir a los demás...
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y distribuya café. Cuide de separar los oficiales de los marineros.
Antes de alejarse, mira otra vez a August Maus y gruñe:
-Condenada cabeza de "boche"!
Un poco después en la enfermería, Maus tiene la explicación de su dolor en la muñeca: está fracturada.


...y fin de este relato ::kaleun:
Última edición por kummetz1938 el 20 Ene 2011 15:43, editado 1 vez en total.
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Novich39
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Re: Tras las huellas de la Kriegsmarine...

Excelente, kummetz; y gracias por molestarte en transcribir este relato. ::ok:

Ya me temía que los iba a dejar tirados en el agua, pero pensé: ¿no se atreverá?, éso no sería propio de un oficial, y menos americano. Afortunadamente para los "boches", era un oficial "como Dios manda". ::kaleun:


Un saludo. :wink:
Ralf Jurs
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Re: Tras las huellas de la Kriegsmarine...

Muchas gracias por sus relatos, camarada, los he seguido con especial atención y deleite.

Un saludo
Dudar es morir
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kummetz1938
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Re: Tras las huellas de la Kriegsmarine...

Novich39 escribió:Excelente, kummetz; y gracias por molestarte en transcribir este relato. ::ok:

Ya me temía que los iba a dejar tirados en el agua, pero pensé: ¿no se atreverá?, éso no sería propio de un oficial, y menos americano. Afortunadamente para los "boches", era un oficial "como Dios manda". ::kaleun:


Un saludo. :wink:
Supongo que un oficial británico habría sido más considerado. 8) Me he alegrado por los supervivientes, para el resto debió ser una película de terror. ::glups
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Re: Tras las huellas de la Kriegsmarine...

Los Lobos del almirante

El enemigo domina el océano. Las posibilidades de supervivencia en combate de los Lobos grises han bajado a una de cinco. Antes eran de tres sobre cinco.


Traqueteando sobre el camino de tierra lleno de baches y de surcos, el camión de la U.S.Army frena antes del cruce con la carretera principal. A su alrededor, bajo un cielo límpido, se extiende el desierto de Arzona. El montón de leños y los sacos de serrín que han sido apilados en el remolque se mueven lentamente, algunos troncos ruedan y se separan, dejando asomar una cabeza inmediatamente seguida de otra.
-¡Es el momento!
Librándose torpemente de la leña que los cubría, dos hombres avanzan a gatas hacia la trasera del remolque. entonces, rápidamente, salvan el reborde y se echan al suelo. Después de haber rodado en el polvo, se quedan quietos, aplastados en el camino. El camión llega a la carretera principal, se detiene, y al tener vía libre reemprende su marcha y se aleja.
Los dos hombres no se levantan hasta que ha desaparecido. Se desempolvan sus trajes gris y marrón y echan a andar lanzando frecuentes ojeadas detrás de ellos. Una vez llegados a la carretera principal, tuercen sin vacilar hacia el Sur. En unos minutos, gordas gotas de sudor resbalan sobre sus rostros, pero, siempre sin cruzar una palabra, aceleran el paso.
Al cabo de tres horas de larga marcha, la ciudad se les aparece por fín, un poco difuminada en al liger bruma del atardecer. Los dos hombre se miran, cambian una sonrisa de satisfacción, sin dejar de andar. No se detienen hasta unos pasos del rótulo...
Imagen... que dice <Phoenix>.
-Ya hemos llegado -suspira August Maus secándose la frente cubierta de sudor y polvo.
-Sí, pero para pasar inavertidos, en este poblacho de plutócratas, va a ser la monda -murmura inquieto, Guggennberger.
Los dos contemplan la avenida bordeada de casas bajas con persianas multicolores y carteles publicitarios que se extiende ante ellos.
-Casas y nada detrás -dice Maus perplejo-.
Imagen... Sólo el desierto.
Entran en Phoenix. son las seis de la tarde. Unos minutos más tarde están de pie, con aire disciplente, ante la taquilla de la pequeña estación.
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-Dos billetes para Nogales -pide Maus.
-Con mucho gusto se los venderé -les contesta un viejo empleado sin concederles siquiera una mirada-, pero no hay tren hasta mañana por la mañana.
-¡Me dijeron que había uno por la tarde!
-Lo siento. el horario ha cambiado hace dos días.
Maus y guggenberger se miran asustados. De aquí a mañana por la mañana habrán dado la alarma en <Papago Camp>
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...y se les echará encima todo el mundo, militares, policías.
-¿Hay sala de espera? -pregunta Maus.
Siempre sin levantar la cabeza, el empleado le contesta:
A menos que la construyáis vosotros mismos, muchachos, aquí no hay.
Salen y se concierta para ir a tomarse una copa, pero después renuncian, pues les parece demasiado arriesgado. Si alguien les habla adivinará rápidamente que no son del país, pues su inglés dista mucho de ser perfecto.
-La verdad es que no contábamos con esto -fulmina Guggenberger-. ¿Y ahora que vamos a hacer?
::locualo:
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Re: Tras las huellas de la Kriegsmarine...

:o ¿Ah, sigue?, ¡estupendo!, esperando las siguientes entregas. ::kaleun:
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Re: Tras las huellas de la Kriegsmarine...

Los Lobos del almirante

continuación

Maus, más sosegado, reflexiona:
-Creo -sugiere- que más vale que esperemos la noche y que tratemos de seguir nuestro camino encaramándonos en un camión.
-Me parece una buena idea -aprueba Guggenberger-, Pero, hasta entonces, ¿qué vamos a hacer? Tengo la impresión de que en este pueblo donde todo el mundo parece tener coche y conocerse, dos tíos a pie, desconocidos, deben hacerse sospechosos, ¿ no te parece?
Deciden buscar un sitio donde esconderse lo cual, dada la ciudad, no es fácil. Vuelven a encontrarse con la arteria central, la única por lo demás. Los raros transeúntes y los comerciantes que están en el umbral de su tienda los miran con curiosidad y algunos les gratifican con un hello al que ellos responden con otro hello que no compromete a nada. Al final de la avenida cruzan y renaudan la marcha en sentido inverso, buscando desesperadamente con la mirada un rincón donde refugiarse.
-Sería en verdad mala suerte hacerse prender ahora -rezonga Maus arrastrando los pies, con las manos en los bolsillos.
Desde su captura, el 24 de agosto último, sólo tenía una idea en la mente: evadirse. Pero ha tenido que esperar el momento favorable. Y hasta su traslado a <Papago Camp> las circunstancias no se han prestado nunca a ello. En efecto, después de haber...
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...pasado catorce días a bordo del portaaviones Core, a donde había sido transbordado del destructor que lo recogió,
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desembarcó en Norfolk, Virginia. Tres hombres faltaban en el grupo de supervivientes: Ackerman, el ingeniero-mecánico, y dos marineros. Habían sucumbido a las quemaduras de cloro.
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Separado de sus marineros, un tren muy confortable llevó entonces a Maus a un <Interrogation Camp>, cerca de Washington. Estuvo allí tres semanas y sufrió unos interrogatorios interminables que duraban casi una jornada. Se enteró con estupor de que los americanos sabían mucho más que él sobre los U-Boot -su código, su organización, su avituallamiento en el mar- y que estaban extraordinariamente informados incluso sobre su vida privada, hasta el punto de saber donde pasaba sus vacaciones antes de la guerra. ¡Increíble!
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A mediados de septiembre, Maus fue trasladado a un <Transit Camp>, de Tenessee. Allí fue donde tuvo la alegría de encontrar a uno de sus mejores amigos, el capitán de corbeta Guggenberger, que había salido con Cremer y Kuppisch, como <cobayo>, para probar el nuevo armamento antiaéreo, y a quie se creía muerto. En aquel campo donde deambulaban, aburridos, oficiales y soldados prisioneros de la Luftwaffe y de la Wehrmacht, Maus también tuvo la alegría de encontrar a sus hombrfes del U-185.
Una mañana, todos los submarinistas fueron llamado, conducidos a la estación y trasladados al campo reservado a las tripulaciones de los U-Boot, el <Papago Camp>. Con una exaltación que le costaba reprimir, Maaus se instaló en él. Por la noche, solía despertarse y pasar horas enteras discutiendo con Guggenberger el proyecto de evasión de los dos. La frontera mexicana estaba muy cerca, a 340 kms. escasos. Y en México, August Maus tenía buenos amigos que les ayudarían a encontrar dos pasajes en un barco neutral que zarpase para Europa.

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Cuando leo: Norfolk,Virginia; me recuerda que estuve a punto de pasarme allí nueve meses en el adiestramiento y recogida de un nuevo dragaminas para nuestra marina. La condición para ello, era la de aprolongar mi servicio en la Armada, por cuatro años más. Mi final en la Armada ya lo tenía decidido, así que me quedé sin Norfolk. 8) :D ...siempre quedará el recuerdo. 8) :lol:
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Si hago una buena obra, me siento bien; y si obro mal, me encuentro mal: Esta es
mi religión. (A.Lincoln)...¡Vivir y dejar vivir: Esta es mi política!
kummetz1938
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Re: Tras las huellas de la Kriegsmarine...

Los Lobos del almirante

continuación........

Pusieron al corriente a sus hombres. Era indispensable. Gracias a ellos pudieron sustraer ropas de paisano del guardarropía de la compañía teatral del campo. Algunos marineros prestaron pequeños servicios a los soldados americanos a cambio de unos cuantos dólares que entregaban a Maus y a Guggenberger para pagar sus billetes de ferrocarril de Phoenix a Nogales. De Nogales a la frontera, sólo había unos kilómetros que ellos contaban recorrer de noche.
cuando el camión-remolque del Ejército acudió para entregar una parte de su leña, los marineros de faena les ayudaron a esonderse en él. Todo había sido sencillo y fácil.

Y ahora, a causa de un estúpido cambio de horario, Maus se encuentra atascado con guggenberger en este pueblucho lleno de curiosos, donde hasta en invierno hace calor y no hay un rincón de sombra donde ocultarse.
-Daremos otra vuelta -propone Maus-, y luego entraremos en el drugstore a tomar una copa y comer un bocadillo. Nos sentará bien y, a fin de cuentas, creo que estaremos más seguros entre la gente.
-¿Y si nos quedamos sin dinero para ir a Nogales?
-Justamente he pensado en eso. Creo que ahora es preferible no ir a Nogales.
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Está demasiado cerca de la frontera y cuando hayan notado nuestra evasión la vigilancia será reforzada allí. Aun a costa de caminar más, deberíamos apearnos antes.
-Tienes razón -aprueba Guggenberger-. con este calor seco, una buena cerveza no nos hará daño. ::drunk:
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Cruzan de nuevo la avenida y pasan por delante del drugstore.
-Eso rebosa de comida exclama Maus pasándose la lengua por los labios. :P
-¿Pero no has visto el letrero que hay dentro? -le interroga Guggenberger.
-No.
-No venden cerveza, muchacho, sólo leche y limonada. ¡Qué país!
Han recorrido aproximadamente doscientos metros, cuando bruscamente, Guggenberger murmura entre dientes: ::juas::
-Escondámonos. Un coche de policía viene en nuestra dirección.
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La suerte quiere que a diez pasos se encuentre un callejón sin salida poco profundo, que termina en una empalizada de un par de metros de altura.
-¡Rápido! -dice Maus-. Hay que pasar al otro lado.
Apenas acaban de meterse en el pasaje y se disponen a correr, cuando el coche de Policía frena y se para detrás de ellos cortando la salida. Un enorme coloso, que luce un sombrero de anchas alas y la estrella de Sehriff prendida sobre el pecho
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abultado, se apea de él.
-Hey, you, stop!
:evil:
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Ariatel
Bootsmannsmaat
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Re: Tras las huellas de la Kriegsmarine...

GARGOYO escribió:Me recuerda usted a mi abuelo, que por cierto gano la cruz de hierro en Rusia (Novgorod), con 18 años.
Mi abuelo paterno la ganó en la Primera Guerra Mundial. Durante un viaje a Australia donde fue internado, era marino mercante, la guerra lo sorprendió navegando a Sidney. Se fugó como polizón hacia Chile a bordo de un velero, retornó a Alemania, combatió en la Primera Guerra Mundial, conoció al Teniente Karl Dönitz, futuro Gran almirante, ganó la Cruz de Hierro, pasó los últimos 18 meses de la guerra prisionero de los franceses. A mediados de la Segunda Guerra Mundial volvió a Alemania, no fue enviado al frente de batalla, al termino de esta retornó a Chile y falleció en la decada de 1980.

Su Cruz de Hierro la conservo. Pasó de mi abuelo a mi padre, de mi padre a mi y de mi seguirá la cadena.

Kummetz siempre es un placer leerte.

Saludos.
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