stefan Zweig- en un febrero de 1942

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kummetz1938
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Re: stefan Zweig- en un febrero de 1942

Leovigildo escribió:
kummetz1938 escribió:me retiro ::oohh: humildemente para dedicar mi tiempo valioso al seguimiento de la bolsa,... a fin de cuentas no soy un suicida. 8) ¡Con vuestro permiso! :wink:
Uffff... a la bolsa dices...¿y dices que no eres un suicida? :D
Te gustan las emociones fuertes, ¿eh?.
Mis disculpas públicas por la tarjeta roja. Tenía que haber sido esta: ::amar: :wink: Pero es que ya conocemos cómo está el patio (no el de mi casa)...y si encima lo ponemos fácil....

Saludos.
“No se preocupe, Herr Leovigildo, de su Armagnac me encargo yo hoy". :D :lol: :lol: :lol:
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Leovigildo
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Re: stefan Zweig- en un febrero de 1942

kummetz1938 escribió:“No se preocupe, Herr Leovigildo, de su Armagnac me encargo yo hoy". :D :lol: :lol: :lol:
:wink: Ahí le has dado.


Bueno, vamos allá y que conste que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia
:D

LAS RECTAS PARALELAS SE CORTAN EN EL INFINITO

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Brindo por los amores de una noche; pueden ser mas sinceros que los de una vida; en ellos pones el alma, pisas el acelerador, no quieres tener calma pues corre alocado el reloj... y se nos presenta el alba, que convierte en calabaza la carroza brillante del amor de un día.

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La noche que llegó al Café Comercial estaban los mismos de siempre. Las gafas se empañaron al entrar, dejándole en una momentánea niebla durante la que soñó que el vaho desaparecería dando acceso a una de esas grandes noches en que la vida bulle con una impetuosa novedad deliciosa y un brío desbocado en el corazón. Pero pronto volvió a enfocar con claridad y vio que seguía todo más o menos igual y que olía a madera encerada y también, un poco, a tertulia convencional.

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Nada de eso quería seguir viendo ya. ¿Y por qué iba entonces cada noche?: porque era la piedra sacrificial donde podía poco a poco desentrañar ese misterio que una vez se cruzó en su vida, el templo donde abrir el pecho y oficiar de antiguo augur para poder examinar bien las vísceras.

“Tengo que escribir esto”, se dijo.

Y se sentó en la mesa junto a la vieja caja registradora, la que tenía detrás un espejo que no reflejaría tampoco esa noche lo que esperaba y se puso a dar forma a su cuento, sin saber aún qué cuento sería.

http://www.24flotilla.com/foro/viewtopi ... =8&t=35462

No estaba del todo contento con el resultado, pero ya se sabe, “escribir es reescribir”, así que una vez que finalizó el cuento se dedicó durante las tardes sucesivas a volver a darle forma.

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Una tarde de nieve, de esas raras tardes de nieve en las cuales Madrid se vuelve mudo, se acercó a su mesa un extraño personaje. Digo extraño porque nunca le había hablado, pero en cierta forma ya le conocía, porque ciertas historias tienden a repetirse desde antes que el ser humano aprendiera a relatarlas.

-“Buenas tardes, ¿le importa que charlemos un poco?”

Supo lo que tenía que decir:

-“Sería un honor, Herr Schönenberg”

Era un filósofo alemán que voló hace años hacia tierras más cálidas, y que como ciertas aves migratorias, un día deciden aplazar su vuelta para el día siguiente, al siguiente en el que viene después, y así sucesivamente hasta nunca volver. El caso es que se pusieron a hablar (y se pidió un armagnac, como no podía ser de otra forma) hasta que se decidió imprudentemente a enseñarle su cuento.

- “Le podría decir que su cuento me gusta, pero con eso no le ayudaría”

-“Bueno, uno escribe siempre para un lector concreto, lo importante es que a él le guste, ¿no?”

-“Siempre que uno sepa quién es ese lector”

-“A veces sospecho que yo mismo”

-“So ein Quatsch!, ¡qué tontería!. Eso es un desperdicio de creatividad, joven. ¡Uno no puede brindar consigo mismo, ni hacer el amor consigo mismo, diga lo que diga el insigne sabio judío!”

-“¿Perdón?”

-“Woody Alllen, ya sabe”

-“Bueno sí, pero también dijo que el sexo sin amor es una experiencia vacía, pero como experiencia vacía es una de las mejores”

-“No me enrede, y volvamos al tema. No sólo de pan vive el hombre. De vez en cuando, también necesita un trago…y se me está secando la garganta”


Empezó a reflexionar sobre la acorazada garganta a prueba de bombas que ese teutón tenía, mientras éste le hablaba de estructuras gramaticales, de presentación, nudo y desenlace y de las funciones de Propp para las tramas. Traga que traga. Bien ganado se lo tiene, qué manera de hablar. Y por qué estaba yo escribiendo ese cuento y por qué se lo he enseñado y no hay forma de que se levante, y diablos, ya estoy haciendo diálogo interior…como el Ulises de ese irlandés borracho… ¿era de Joyce, no? y toda esa parafernalia infumable, que no pude con ella ¿qué aguanté, 30 páginas?…ufff que aburrimiento, ¿cómo miro el reloj sin que este tío lo note?.

- “Total, que su cuento no me gusta nada”

- “Pero algo salvará, no?

- “La elección de la época tal vez, pero no ha acertado con los personajes, bueno, con el único personaje, porque todos los demás están desdibujados. ¿Quién demonios es esa Isabelle”

- “La personificación de mis fantasías, tal vez”

- “Bueno, pero eso sólo lo sabe usted, ¡detalles, joven, detalles! ¡Un lector siempre quiere saber!”

- “Un lector inteligente lo que desea es precisamente que se le tenga como tal”

- "Puede ser... ¿pero existe? Si así fuera, hace tiempo que este Diógenes habría dejado de buscarlo con su lámpara…Y qué decir de ese nombre tan ridículo del protagonista… Leovigildo, ja ja ¡quién se tomaría en serio algo así!”

- “Precisamente se trata de tomar las cosas con la justa trascendencia, A veces, los detalles simpáticos son los más encantadores”

- “No en una historia de amor. Eso nunca. Puestos a inventar, ponga un nombre como Fiedrich, o Heltmutz, algo bien viril, bien alemán, ya puestos.”


Una buena dosis de historia de reyes godos le iría bien a este tipo ahora como cura de humildad, pero bueno, qué más da, si total, él ya tiene su verdad…por cierto que pese a lo irritante que es algunas cosas que me dice podrían ser ciertas…ufff!, ¡las diez! debería marcharme antes que me sugiera que es hora de cenar.

- “Disculpe, se me ha hecho muy tarde. Debo irme, pero le aseguro que ha sido muy útil su conversación”

- “Hágame caso y modifique ese relato, aún está a tiempo de hacer su mejor obra, que no es que signifique mucho para el resto de la humanidad, claro…mmmm… ¿le he dicho que me ha encantado conocerle, que me ha parecido muy simpático?”


Como ya se sabía lo que vendría a continuación pagó las consumiciones de ambos. La historia cuando se repite lo suele hacer en forma de farsa, ya se sabe.

Amaneció sobre el hotel Kaiserhof en Berlín. La almohada no mentía, ahí había asentado su cabeza Isabelle. 31 de enero de 1942, en un calendario con una imagen de los Alpes bávaros nevados. Afuera estaba también nevando (¿se habría colado la nieve por la ventana para tapizar la imagen de la pared?) y Dios, qué dolor de cabeza más espantoso.

Sin duda mezclar tantos tipos de vino, claro, pero si es que nunca he sabido beber como un profesional. Como ese Obersturmbannführer… Zoepke, el de anoche. Ese si que sabe, se nota que tiene largo recorrido, ¡oh, ese hueco en la almohada me dice que no fue un sueño, en realidad!.


- “No me gusta. Está mezclando el narrador en primera persona con la tercera persona. Un recurso temerario en manos de aficionados si no se domina, ¡va a volver loco al lector!”

- “Oh, déjelo ya, las críticas al final, por favor!”


Las copas del último champagne Dom Perignon apuntado a cuenta de la habitación 342 sobre la mesita, el uniforme de Leutnant zur See de la Kriegsmarine indolentemente abandonado, todo ese orden prusiano finalmente por los suelos… los recuerdos precisos de su mirada antes de precipitarme sin remedio en el oscuro abismo de su cabello, en la curva de su cuello, en sus caderas de irresistible plenitud de mujer en la cima de su sensualidad, y sentir la locura y el ansia con que me devoraba. Y las confidencias de después, la dulzura infinita de sus temores y sueños, el calor de su cuerpo replegado sobre mí como queriendo encontrar paz de algo. Y su risa, Dios, y su risa.

Tengo que encontrarla.


- “Disculpe, ¿puede avisar al botones que tenía turno anoche?”

Nada, ninguna señal de vida, ni me ha dejado ninguna nota…no sé…de despedida, algo preciso y concreto como señal de algo…y de qué, vamos a ver, qué señal te iba a dejar, que también ya te vale, a veces. Será posible, al parecer no la conocían de nada en este hotel, ¡ah, ya sé, buscaré a ese tal Zoepke para preguntarle!”


- “Cuidado joven, esto parece una simple historia de una obsesión. Espero que sepa adónde se dirige”

- “¡Silencio, no me distraiga!, ¡Camarero, traiga otro armagnac para el señor!”


Durante varios días estuve buscando a Zoepke. Podría haber valido con situarme en el lugar de los hechos, claro, pero corría el riesgo de que no apareciera. Sería mucho mejor una búsqueda activa. Conocía a un antiguo amigo de los tiempos de Universidad que cumplía servicio en el departamento de intendencia del Distrito Militar nº III, o sea, Berlín. Sin duda podría tener acceso a la información de todos los militares destinados en el mismo, o que tuvieran permiso, como era mi caso.

Quedé con él a las siete de la tarde en un pequeño café de Potsdamer Platz.


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Michael Bergmann, así se llamaba mi compañero, era un tipo con suerte. Había conseguido casi todo lo que uno podía desear en la vida: tenía antes de la guerra un buen trabajo como abogado, en un despacho de uno de los socios de su padre, tenía una gran colección de amigos, formaba parte de lo que se suele llamar “el mundo”, ese que existe más allá de los sueños de los simples mortales, y cómo no, su cultura, atractivo personal y carisma le habían permitido casarse con una especie de baronesa de algo. En la guerra su posición le había permitido obtener un puesto cómodo en Berlín, como responsable del control de ciertos expedientes, que la verdad, tampoco sabía muy bien en qué consistían. Pero allí estaba, con horario de oficina y pudiéndose ir a tomar un café con un antiguo colega antes de irse a cenar con su mujercita y sus dos encantadoras hijas a su casa en el exclusivo barrio de Grunewald.

- “¡Caramba, cuánto tiempo!, ¿dónde te habías metido?”

- “Dando unos cuantos cruceros de placer por el Atlántico, ¿sabes?”

- “No me digas que estás en un submarino, ¡vaya!, siempre dije que estabas un poco loco, ja ja!”

- “Viniendo de ti es un cumplido, Michael. Y tú, qué buen aspecto tienes, vaya…rango de coronel…bien, sigues moviéndote bien”

- “Un coronel chupatintas, ja ja, Bueno, no me puedo quejar, tampoco me gustaba la idea que una bala volara las estupendas ideas que guarda mi cabeza en el frente ruso”

- “Las cosas se están poniendo feas, ¿verdad?. Leo entre líneas los periódicos y ese parón en el frente oriental no me gusta nada”

- “Tchhhhhhssst, calla. Hablemos de otras cosas, nunca se sabe quien escucha. Dime, ¿qué haces aquí?, que yo sepa aún no tenemos una base de U-boote en el río Spree”

- “Verás, formo parte de una comisión técnica de análisis de tipologías para las defensas costeras, búnkeres y baterías, es un poco aburrido, entre tantos sabios que nunca han olido salitre, a veces hasta se acuerdan de tener en cuenta mi opinión”

- “¿Lidiando con la organización Todt?”

- “Ya sabes cómo son estas cosas, Michael”

- “Esta noche no puedo, pero mañana tenemos que celebrar tu estancia como es debido, conozco un cabaret en la zona de Kreuzberg que te encantará, ya verás, no puedes irte de Berlín sin disfrutar de ese ambiente de antes de la guerra…queda tan poco ya…”

- “Gracias, cuenta con ello. Precisamente, anoche conocí a una serie de personas en el hotel Kaiserhof que me recordaron un poco esa locura bohemia tan berlinesa. Estaban capitaneados por un tal Zoepke, que me presentaron como un Obersturmbannführer”

- “¿Y qué, lo pasaste bien?. Es increíble, aquí en Berlín a veces cuesta creer que la guerra existe, si no fuera porque sobre los tejados hay puestos antiaéreos”

- “Sí, muy bien, de hecho me gustaría encontrar de nuevo a ese Zoepke, pero no sé a qué unidad pertenece, no llevaba insignias, me pareció raro...iba con un par de tenientes que tenían aspecto de ser de Estado Mayor …Kreuss y…Jürgen algo, Jürgen Nierhlann o Nimerland o Niemendland”

- “¡Deja esa misión para el coronel pegasellos, ja ja. Mañana consulto las fichas y te lo traigo si es preciso con un lazo rojo!”

- “Gracias, Michael, pero no quisiera causarte demasiadas molestias con esto, basta con que me digas su acuartelamiento”

- “Bien, Ahora, amigo, debo irme, la vida burguesa, ya sabes, ¡pero mañana quiero verte aquí a la misma hora, y más vale que no hayas hecho planes para después, ja ja!. ¡buenas noches!”


¿Continuará....?
Última edición por Leovigildo el 18 Feb 2010 17:01, editado 2 veces en total.
"La victoria es de los audaces"

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kummetz1938
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Re: stefan Zweig- en un febrero de 1942

...¿continuará?

¡Espero que si, a no ser que una bala volara las estupendas ideas que guarda el autor en su cabeza! :D
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Re: stefan Zweig- en un febrero de 1942

"mientras éste le hablaba de estructuras gramaticales, de presentación, nudo y desenlace y de las funciones de Propp para las tramas."
- “No me gusta. Está mezclando el narrador en primera persona con la tercera persona."


bueeeeno, sabia que tendria que estar pendiente de ti, continue por favor.
"Mit der Dummheit kämpfen Götter selbst vergebens" F. V. Schiller
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kummetz1938
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Re: stefan Zweig- en un febrero de 1942

Stefan Zweig pone fin a su vida en Petropolis (Brasil) el 22 de febrero de 1942. Su carta de despedida a sus amigos dice:
(Traduzco del alemán. ::cons: )

"Antes de que, con plenas facultades mentales, deje esta vida,siento la necesidad de cumplir un último deber: agradecer desde lo más profundo de mi alma a este maravilloso país, Brasil, la hospitalidad que me ha dado a mi y a mi trabajo. A diario he aprendido a amar más a esta tierra, y en ningún otro lugar me habría gustado más empezar una nueva vida desde cero, después de que la patria de mi lengua para mi se ha hundido y mi patria espiritual Europa se destruye a si misma.Pero después de sesenta años necesitaría fuerzas extraordinarias para volver a empezar de nuevo.Y las mías, después de largos años de senderismo sin patria, están exhaustas.Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro y la libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra. Saludo a todos mis amigos!Que puedan todavía ver la luz del amanecer, después de la larga noche! Yo, demasiado impaciente, me adelanto."


No fueron pocas las veces que él mismo tuvo que leer cartas de despedida a muchos de sus amigos, grandes personajes que él conoció, que fallecieron antes que él. Sino me equivoco algunos de ellos fueron Thomas Mann, Sigmund Freud y Hermann Hesse. Este último calificó a Stefan Zweig como Campeón de la Amistad y de hacer de la amistad una Religión.
De los citados personajes, en vida profesional en la Selva Negra, tuve ocasión de conocer a la viuda de Thomas Mann y a una de sus nietas.La ultima experta de Derecho Marítimo Internacional en las Naciones Unidas.
Cuando habla de senderismo no cabe duda que con la visita a tres continentes, a lo largo de su vida, fue también un Globetrotter.
En 1928, Zweig viajó a la Unión Soviética. Dos años después visitó a Albert Einstein en su exilio en Princeton. Zweig cultivaría la amistad de personalidades como Máximo Gorki, Rainer Maria Rilke, Auguste Rodin, y Arturo Toscanini.
Sobre Brasil, diría: después de haber conocido este país el paraiso no puede estar lejos.

Una de sus frases:No basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre.

En febrero de 1942, esa vida solemne e importante dejó para siempre de ser fecunda y alegre. :cry:
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Re: stefan Zweig- en un febrero de 1942

En 1938 Stefan Zweig se divorcia de su primera esposa. El mismo año en que yo vi la luz del mundo. :wink: Un año antes de que terminara nuestra guerra civil y comenzara la IIGM.

Stefan Zweig asistió a más de un funeral de amigos suyos.En uno de ellos, en el que otro famoso vienés falleció, igualmente amigo suyo: Sigmund Feud: recitó estas palabras: "Y cuando nosotros, amigos suyos, su ataúd en tierra inglesa hundíamos, sabíamos que le dábamos lo mejor de nuestra patria."

Hermann Hesse, que una vez lo definió como "un campeón de la Amistad" y Romain Rolland en Abril de 1919, en su agenda escribía: "No conozco entre mis amigos a ninguno que tuviera un tan profundo y devoto culto a la amistad como el que impulsaba a Stefan zweig -Amistad es su religión.

Personalmente considero que este libro , Momentos estelares de la Humanidad, es digno de ser leído aunque sólo sea para profundizar en lo que es la amistad y que significa para algunos. Especialmente esa ha sido la motivación para que yo ya lo haya pedido y, D.m. lo recibiré la semana próxima de Alemania.He preferido comprar la edición alemana, porque por muy buena que sea su traducción, siempre habrá matices difíciles de traducir. El mismo título del libro pone ya a prueba a un traductor.
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Re: stefan Zweig- en un febrero de 1942

kummetz1938 escribió:El mismo título del libro pone ya a prueba a un traductor.
"Sternstunden der Menschheit"

Warum? wo ist das Problem? Queda muy claro, el "der" es por el genitivo del término Menschheit que es femenino. Lo que me intriga es por qué no es Sternestunden ¿hace "Stern" una función de adjetivo más que de sustantivo y por eso no se escribe en plural Sterne? ¿pero entonces no debería ser "Sterne Stunden der Menschheit"? ¿No sería mejor "Momentos (desde luego, mejor que "horas") estrella de la humanidad"? ¡ Pero qué sencillo es este idioma! ::meparto: ::meparto:

Bromas aparte (porque las traducciones literales son odiosas, de ahí que sea esencial la sensibilidad del traductor), la duda que me surge es la siguiente: cuando se lleva a acabo una traducción de un título, como es el caso, ¿se convierte en algo fijo?, es decir, el primero que lo edita en España lo traduce y saca su ISBN. Pongamos que por cualquier cosa (por ejemplo que no posea la editorial de la primera traducción todos los derechos para las ediciones en lengua española) y llega otra editorial pasados los años y saca una nueva edición (con otro ISBN). Pero decide cambiar la traducción del título, y llamarlo por ejemplo "Horas siderales de la humanidad". ¿Es esto ortodoxo? ¿No vuelve loco a los lectores? ¿No se ven forzados a seguir el título inicial para no perder potenciales lectores que tienen como referente el título traducido primero? ¿No tiene que decir algo al respecto los dueños de la edición en lengua original sobre el asunto? ¿Conoceis algún caso de cambio de título en posteriores traducciones?.

Retraduciendo a Isabelle, desde el Café Comercial :wink: , saludos.
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Re: stefan Zweig- en un febrero de 1942

Retomando el tema, os puede interesar este ensayo: "Los artistas y la depresión. Aun en las más altas cimas hay nubarrones":

http://www.gador.com.ar/iyd/psiquiatria ... tti_01.pdf

Genios literarios (Dante, Shakespeare, Cervantes, Goethe, Freud, Poe, Kafka, Rimbaud, Chéjov, Pessoa), cineastas (Bergman, Welles), músicos (Schubert, Beethoven, Gardel, Morrison, Mozart), pintores (Van Gogh, Munch, Leonardo, Dalí, Miguel Ángel), supieron condensar en sus creaciones sus momentos de melancolía, duelos, desesperanza,
adicciones, miedos y deseos de muerte, francos síntomas depresivos, insatisfacción con su obra, preocupaciones por el
paso del tiempo, anuncios de suicidio.
Características que la “Modernidad” hizo propias pero que, en la obra de estos grandes artistas, se nos muestran como parte de la condición humana.


Diálogo entre el discípulo y su maestro
DISCÍPULO:
Maestro, dígame cuál es el libro de Medicina que condense todo el saber, que
me haga comprender el dolor, el sufrimiento y las alegrías del hombre. Dígame
profesor, para ello: ¿qué libro de Medicina debo leer?
MAESTRO:
Hijo, lee el Quijote, de Miguel de Cervantes.
(Atribuido al Dr. Paul Erlich, 1854-1915,
bacteriólogo alemán ganador del Premio Nobel de Medicina)


--------------------

Yo, señores, Alonso Quijano, siento que me
voy muriendo a toda prisa; déjense burlas
aparte y traigan un confesor que me confiese
y un escribano que haga mi testamento; que
en tales trances como éste no se ha de burlar
el hombre con el alma.

–¡Ay! -respondió Sancho llorando–. No se
muera señor mío, sino tome mi consejo, y viva
muchos años porque la mayor locura que
puede hacer un hombre en esta vida es dejarse
morir, sin que nadie le mate, ni otras manos
que le acaben que las de la melancolía.


–Señores –dijo don Quijote–, vámonos poco
a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay
pájaros hogaño. Yo fui loco y ya soy cuerdo…
Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento
y mi verdad volverme a la estima que
de mí se tenía…


Es domingo, un buen día para salir (pese al frío) y tomarse unas cervezas con los amigos. ¡VIVA LA VIDA!.

Saludos
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kummetz1938
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Re: stefan Zweig- en un febrero de 1942

Realmente muy poético el final de Don Quijote junto a su fiel servidor Sancho.

Pero volviendo al tema de Stefan Zweig y al título de obra más conocida: Momentos estelares de la Humanidad, el lector lo entenderá sin más, como momentos importantes, relevantes o trascendentales de la humanidad y ya está. :wink:

Sternstunde (hasta 1800 aún Sternenstunde).en el primer caso es singular, en el segundo: plural, lo cual no tiene en si la menor importancia de si es singular o plural. Tiene un significado que hoy prácticamente se considera "incorrecto" por estar asociado a la Astrología. Precisamente con este título, es como Stefan Zweig quiere enfatizar el contenido de su obra.

Sternstunde, literalmente hora estelar o sideral. También podría llamarse hora tropical que no es lo mismo, pero que es la que hace años, érroneamente emplean los astrólogos contemporáneos, ignorando un tercer movimiento de la tierra que es el de la precesión de los equinocios, un movimiento que nunca abandonaron en Oriente, pero que si lo han hecho en Occidente..

Sternestunde o en este caso momentos estelares, es una metáfora para decisiones, hechos o sucesos, que de una manera decisiva influyen en el futuro. De ella sale el concepto o definición de la Astrología, la cual postula que la situación de las estrellas en el momento del nacimiento decide o dispone de forma esencial el sendero de la vida o futuro de una persona o nación. También se emplea popularmente con sentido positivo para definir un extraordinario o glorioso suceso. "Nacido bajo una o mala estrella", todavía hoy empleado, no nos es desconocido.

Stefan Zweig vivió en su estancia en Viena -pero no sólo allí- en un mundillo de filósofos, teósofos, psicólogos: Sigmund Freud, Hermann Hesse, discipulos de la famosa Helena Blavatzky, Dr. Heinz Fidelsberger (médico y astrólogo); otros como Reinhold Ebertin, cosmólogo en Alemania... y se podrían nombrar muchos más. Es importante tener en cuenta que antes de 1750, aproximadamente, no se hacía distinción entre Astronomía y Astrología. No quiero agotar el tiempo en ese tema, pero si he de reconocer que aparte del interés despertado, gracias a tí, ha sido precisamente el título del libro el que aún más, ha despertado mi curiosidad para poder seguirle la pìsta a Stefan Zweig en esa dirección metafísica, teósofica o como se quiera llamarle. Por ello te tengo que estar agradecido. Estoy seguro que allí encontraré buenas pistas y nombres en común con la temática, de la que yo dispongo de gran cantidad de literatura en casa. El libro promete ser una delicia.

Por cierto que, hablando de teósofos, aquí en España tuvimos a uno, ya fallecido, que se llamaba Mario Roso de Luna: astrónomo, periodista, escritor y teósofo, nacido en Logrosan (Cáceres/Extremadura) en el año 1872 y fallecido en Madrid en 1931.
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Si hago una buena obra, me siento bien; y si obro mal, me encuentro mal: Esta es
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Re: stefan Zweig- en un febrero de 1942

Imagen...Imagen
¡Disfruta bien de esta vista,Nuñez, de este Mar del Sur (más tarde lo llamaremos Pacífico).El otro momento estelar que te espera muy pronto, será menos pacífico!
¡No ::no: fue buena idea, que tus perros de presa cambiaran de dieta! ::glups
-Ya eras mayorcito para saber que no siempre es la curiosidad la que mata al gato, sino la envidia. ¡Pregúntaselo a Pedrarias! 8)
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Re: stefan Zweig- en un febrero de 1942

kummetz1938 escribió:¡Disfruta bien de esta vista,Nuñez, de este Mar del Sur (más tarde lo llamaremos Pacífico).El otro momento estelar que te espera muy pronto, será menos pacífico!
:P

Continuación de otro pequeño momento estelar :wink: ... téngase en cuenta que estamos hablando de personajes demasiado empapados de idealismo alemán... ::yono:

Pasé el día siguiente entre reuniones tediosas sobre defensas costeras. Eran las 6 de la tarde y mientras salía del edificio de la Kriegsmarine en Berlín empezó nuevamente a nevar. Al principio los copos eran sólo pequeños moscardones blancos apenas perceptibles arrastrados por el viento al azar pero en breve empezaron a caer pesados y tenaces como plumas de ganso y a tapizar de blanco los pasillos que en calles y aceras se habían abierto durante la actividad del día.

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Sabía que estaba ante el comienzo de un típico temporal berlinés y que las cosas se iban a poner feas para moverse aquella noche, pero de momento el Straßenbahn 35 circulaba y tenía un motivo para desafiar ese infierno blanco en el que se estaba convirtiendo la capital del Reich.

En el interior del tranvía pude apreciar que casi nada había cambiado respecto los tiempos que recordaba de estudiante, más o menos las mismas caras de oficinistas aburridos y cansados volviendo a casa, la pareja que se abrazaba discretamente, las mujeres de mediana edad de sonrisa satisfecha, el revisor de cara agriada pidiendo el billete.

Pero había algo en aquella escena que me desconcertaba.

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Tardé en darme cuenta de qué era, mientras observaba alternativamente el interior del tranvía y las calles donde cada vez había menos luces en portales y ventanas. Al final me di cuenta que no era la presencia de tres o cuatro personas uniformadas, cosa lógica en medio de la guerra, sino que los puestos que ocupaban eran los que antes ocupaban rostros de rasgos muy determinados que desde que había vuelto a Berlín no había vuelto a ver. ¡Eso era!, ¡No había vuelto a ver ningún judío!. ¿Sería cierto lo que se decía a media voz? ¿Sería verdad que tanto tiempo fuera instruyéndome en el Báltico y luego torpedeando convoyes británicos en el Atlántico me habrían enajenado la percepción de la realidad, la visión siquiera parcial de lo que se había convertido Alemania, transfigurándose en algo que me daba miedo sólo imaginar?.

- “ Lehrter Bahnhof! Steigen Sie aus, bitte!"

Todos nos bajamos y la mayoría permanecimos apretujados como el dócil rebaño que realmente éramos bajo la marquesina de la parada, esperando disciplinados la llegada de los tranvías de otras líneas que conectaban los diferentes barrios de la ciudad, a modo de invisibles venas sin las que Berlín moriría víctima de su desmesurada extensión.

Se hizo el silencio tras doblar el tranvía 35 la calle en sentido contrario al que nos había traído y todos nos quedamos en esa extraña soledad en compañía en la que da miedo cruzar miradas por no saber qué decir. La nieve caía de forma persistente pero suave, besando delicadamente todas las cosas, formando un nuevo mundo blanco como tratando de ocultar los pecados y los crímenes a los que nos habíamos acostumbrado ya.

La luz de las farolas de vapor de mercurio se expandía formando glóbulos de tono azul- verdoso que daban a la escena un cierto aire de irrealidad estática. La imponente fachada principal de la estación me recordaba la previsible vuelta cualquier día a Francia, a la base de Lorient, lo que me causó una inquietante sensación de urgencia y fatalidad. Tenía fecha de caducidad el tiempo disponible para encontrar a Isabelle, y llevaba ya 15 minutos tiritando sin que ningún tranvía llegara a la parada.

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A alguien se le escapó un gruñido de impaciencia, y extrañamente pareció que todos encontraron al fin algo de qué hablar.

- “ No me extraña, desde que empezó la guerra siempre pasa esto cuando nieva. ¡Las cosas no funcionan tan bien como antes!”

- “¿A qué tranvía espera usted, joven?”

- “El 24, señora”

- “¿A Spandau?. Olvídese, pasó uno hace media hora, y con una tarde como ésta no me extrañaría que hasta las 8 no vuelva a pasar otro. Mi prima vive en Charlottenburg, y a veces cojo el 24 para visitarla, pues pasa cerca, ¿sabe?. Y creo que sólo hay dos, uno de ida y otro de vuelta. Hasta las 8 por lo menos, fíjese bien lo que le digo. Y yo espero el 49 para ir a casa de mi hija…pero parece que nadie piensa en los mayores, una tarde así, abandonados esperando el tranvía. Nuestro tiempo se ha pasado ya. Qué pena, Dios mío, qué pena”.

- “Esto es un asco, todo el día trabajando y no se puede ni volver a casa”

- “Dejen de quejarse y cojan el U-Bahn, ¿no?”

- “Perdone, oficial, pero para ir a mi casa no hay U-Bahn, iba a estar yo aquí si no. Pero debe ser que no hay dinero para que la gente normal pueda volver con su familia”

- “Yo vengo precisamente del U-Bahn. Hay un corte en la línea 1. Otra vez…”

- “¿Y usted, por cierto, a qué se dedica y por qué no está sirviendo a la Patria?. Déjeme su documentación, por favor”


No. La nieve no era capaz de borrar las miserias a las que nos habíamos acostumbrado ya.

Las siete de la tarde y Michael Bergmann esperando en el Café. Diez a uno y no correría riego de perder la apuesta. Michael era un tipo de puntualidad exquisita, de modales refinados ocultos bajo esa máscara de golfo encantador. Hice un cálculo rápido de la distancia, y decidí dirigirme a pie a la Potsdamer Platz.

Bajo la mortecina luz de las farolas crucé calles desiertas de fachadas siniestras y atravesé el puente sobre un Spree congelado, petrificado y sin tráfico fluvial alguno. Eludiendo el puesto de policía como un furtivo vi aparecer fantasmagóricamente la puerta de Brandenburgo, divisé sombras sospechosas que sacaban algo de un furgón en la Jagerstraße, hundí repetidamente las botas en la nieve, sentí cómo el frío se me iba colando hasta el tuétano, tropecé y maldije mil, diezmil, cien mil, más de un millón de veces el pésimo servicio de los tranvías de Berlín hasta que llegué al dichoso Café donde hacía media hora que debía estar ya.

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- “Veo que has cambiado de unidad y ahora sirves en el batallón alpino, ¡mírate, estás totalmente blanco!. Anda, siéntate, te invito a una copa…mejor, algo caliente, un café irlandés”

- “Te lo acepto porque los irlandeses siempre han sido enemigos de los Tommies, no por otra cosa. Gracias, Michael. Bueno, ¿y qué tal, cuéntame, qué plan organizaste?”

- “Nos vamos a ir a ese lugar que te hablé en Kreuzberg. Podremos reír, hablar, comer, beber…luego, ya veremos”

- “Mala noche para moverse en tranvía”

- “¿Y quién quiere hacerlo?. Soy un coronel,¿recuerdas? Fuera tengo un coche esperándonos.”


De modo que terminamos en el “Nacht Express”. La función no me defraudó en absoluto, los asistentes, la mayoría militares pero también algunos civiles con aspecto de industriales que se estaban haciendo de oro con la guerra reían de buena gana las ocurrencias ciertamente atrevidas que allí se ofrecían. Clientela selecta para un garito con vocación de clandestinidad consentida. El dueño (seguramente dueña) debía tener buena mano con las altas esferas para mantener este local abierto en los tiempos que corrían.

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- “Hablando de otra cosa. Miré el archivo en busca de ese Zoepke que buscabas. Si es quien creo que es, deberías buscar mejor otros amigos ”

- “¿A qué te refieres?”

- “No hay ningún Obersturmbannführer Zoepke. Mejor dicho, no existe oficialmente salvo para un expediente clasificado de la Reichssicherheitshauptamt. Oficina central de la seguridad del Reich. Y más concretamente de la Oficina IV. Geheime Staatspolizei. Policía secreta. Dando menos rodeos: problemas si metes las narices”

- “¿Gestapo?”

- “Eso es. No puedo, ni sé, ni quiero, decirte más, cuanto menos hurgue uno en estas cosas, mejor. Además, si necesitas compañeros para irte de juerga, no necesitas ir muy lejos, yo mismo tengo unos amigos que estarán encantados de incluirte en sus rituales nocturnos, pero hazme el favor y no vayas preguntando por ahí sobre ese tipo. No puede traerte nada bueno”


- “Sólo quería darle las gracias por la invitación, fue fantástico”

- “No me mientas. Tiene que haber algo más para ir detrás de él, ¿qué es?”

- “Para qué ocultarlo. Una mujer. Iba con el grupo aquella noche. Pensé que Zoepke podría decirme dónde encontrarla”

- “Parece mentira que seas tan idiota, siempre igual, como en los tiempos de Universidad,¿recuerdas?. Siempre enamoriscándote de la primera que te sonreía, como esa Frida, o aquella, ¿Anna se llamaba, no?”

- “Qué le voy a hacer si me gusta una sonrisa, Michael”

- “Por lo menos, ésta la tendría bonita. Viendo el lamentable estado como llegaste al Café, tendrá que ser increíblemente bonita”

- “Sí, pero eso es lo de menos. Tenía algo distinto”

- “Todas lo tienen”

- “No bromees, Michael, te juro que esta era diferente. Nada más verla lo supe. Isabelle, se llama”

- “Es increíble que esté escuchando esto otra vez, es como si estuviésemos tomando una cerveza celebrando el fin de los exámenes”

- “Aposté por el presente como quien se juega una suma importante a una sola carta…”

- “Elegía de Marienbad. Siempre fue tu favorita entre todas las de Goethe…
Cómo no recordar aquella especie de lección que me diste, esa vez que te empeñabas en convencerme de que dejara la prudencia para decir lo que sentía a Sophie, ¿recuerdas?. Cuando me contaste que en el verano de 1823, nuestro venerable y huraño poeta, a punto de cumplir setenta y cinco años, se instala en Marienbad , en Bohemia, ciudad conocida por las propiedades curativas de sus aguas termales...”

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- “Si, es verdad…y cómo un año antes había sufrido una grave enfermedad que le mantuvo inconsciente y postrado en la cama, y necesitaba encontrar calma y sosiego, más que inspiración. Pero al poco de llegar, se sintió rejuvenecer y de repente sucumbe, él , el viajero que creía haber visto todo ya, al viejo embrujo, a la eterna magia”

- “Y entonces otra enfermedad se apodera de su ser: cae profundamente enamorado de Ulrike von Levetzow, ¿no?, una muchacha de apenas diecinueve años, a la que corteja como cualquier otro joven, y llega incluso a pedirle matrimonio. Goethe nunca obtuvo respuesta de aquella dulce niña, y por eso, cuando apremia el momento de partir, redacta y le dedica esta elegía, quizá uno de los más sinceros y profundos poemas de amor que nunca se han escrito.”

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- “Toda esa obra es desbordante, como cuando aconseja:

Por eso, haz como yo: mira el presente,
Míralo con prudencia y nada aplaces.
Corre alegre a su encuentro, a los trabajos
entrégate del todo y al amor,
que así serás el centro donde estés,
como un niño obstinado e invencible”

- “No sé...lo cierto es que me había olvidado de ciertas cosas, con esta guerra... ¿qué habrá sido de Sophie?. Era hermosa como una mañana en el Badensee, ¿recuerdas cuando tuvo que volver a Dresde y en el final de la carta que me mandó reconociste un fragmento de la elegía de Marienbad? :

Pero este beso último ha segado
con crueldad y dulzura mis amores.
Mis pasos dudan en el mismo umbral
Donde un ángel me expulsa con su fuego.
Mis ojos miran la sombría senda,
la puerta celestial, que me han cerrado”

- “¿Por qué siempre tiene uno la sensación de que la vida se le escapa, Michael?”

- “Por tener demasiada ansia de vida, tal vez”

- “En cierto modo, según Schopenhauer, cualquier hecho de la vida es una manifestación secreta de la voluntad: cada encuentro casual es una cita, cada enfermedad un castigo, cada muerte un suicidio. Estoy seguro que esa noche Isabelle apareció en el Kaiserhof porque de alguna manera sabía que yo iba a estar también”

- “Si fuera así, cada vez que sales a alta mar verías un extraño designio, lírico y funesto de tu voluntad, en que el azar, la buena suerte, la guerra que tú no decidiste, son despreciados. Por tu bien deseo que no sea como dices”

- “No lo sé, pero a veces siento como si esta guerra fuera algo irreal, como si pudiera borrarla si lo deseara con la suficiente fuerza”

- “Entonces deséalo con desesperación, yo me uniré a ti, pero que no vuelva a salir esta confesión de tus labios nunca más, te sorprenderías si supieras cuántos artículos penales acabas de infringir. Dime, ¿cómo es?, ¿se puede conocer a alguien en sólo unas horas y desearlo como si fuera el alma en ello?”

- “Para conocerla haría falta toda una vida. Sólo sé que los momentos que me regaló me sentí desbordado ante su energía. Tiene una fuerza impresionante, una extraña lucidez como no vi en otra mujer y una mirada que devora todo sobre lo que se posa. Si digo que es fascinante, si la defino como hermosa o dotada de una inteligencia prodigiosa sería injusto, porque es insuficiente. Tiene el don de la conversación, la virtud de llamar las cosas por su nombre sin escandalizar, la capacidad de elevar el debate hacia conceptos más generales sin renunciar a las anécdotas más deslumbrantes. Al principio no ves más que un ser que te examina con esa sonrisa algo burlona de quien está ya un poco de vuelta de todo, de quien apenas parece que le queda algo por vivir. Luego, de repente, descubres un corazón generoso y anhelante que sigue palpitando tras esa fachada engañosamente mundana y te sientes cautivado por su sonrisa silenciosa, amable, enamorado de esa cortesía interior que se encuentra sólo en las personas sabias que conocen el misterio del carácter humano. Y…no sé, de pronto aceptas el desafío y te enfrentas con valor a la prueba que te propone, sin darte cuenta que acabas de dejarla entrar en lo más íntimo de tu ser… hipnotizado por sus palabras y sus ojos, borrando la prudencia hasta que pasa la noche y llega el día… ”

- “Estás perdido, más de lo que imaginaba, pero te ayudaré a buscarla. Alguna forma habrá de volver a la pureza. Aunque esto no sea la Alemania de Goethe, de Schiller o de Fiedrich. Aunque esto sea otra cosa que ha devorado a Marienbad, después de pisotear a conciencia los Sudetes en busca del Reich de los mil años y que todas las Ulrikes eslavas desaparecieran bajo la bota militar, violadas y humilladas por el superhombre ario”

- “Y tú me hablabas de infringir artículos penales. Creo que necesitamos otra copa…”


Horas más tarde, sonaban los últimos acordes de la melodía que cerraba aquella noche en el local. Las notas de la alegre “Berliner Luft”, himno oficioso de Berlín eran coreados por los clientes como si todos formásemos parte de la opereta de Lincke.

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Aplausos. Euforia. Pero al final, cada mochuelo a su olivo. O lo que es lo mismo, a su cuartel, en sentido literal, como era mi caso, o figurado, como en el de Michael.



Continuará, a saber dónde y cuándo :wink:
"La victoria es de los audaces"

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Batten
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Re: stefan Zweig- en un febrero de 1942

Leovigildo escribió:
Continuación de otro pequeño momento estelar :wink: ... téngase en cuenta que estamos hablando de personajes demasiado empapados de idealismo alemán... ::yono:

Pasé el día siguiente entre reuniones tediosas sobre defensas costeras. Eran las 6 de la tarde y mientras salía del edificio de la Kriegsmarine en Berlín empezó nuevamente a nevar. Al principio los copos eran sólo pequeños moscardones blancos apenas perceptibles arrastrados por el viento al azar pero en breve empezaron a caer pesados y tenaces como plumas de ganso y a tapizar de blanco los pasillos que en calles y aceras se habían abierto durante la actividad del día.

,,,

:shock: :shock: :shock: :shock: :shock: ,,, juuuuuuder.

Es que no me sale otra cosa que decir,,, ::oe: de todas formas tú ya me entiendes,,, ::ok:

Mierda; que se me olvidaba hasta saludarte: saludos,,, ::ole:
kummetz1938
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Re: stefan Zweig- en un febrero de 1942

Kerkaporta, la puerta olvidada:
A la una de la madrugada, el sultán da la señal para comenzar el ataque. Agitando los estandartes , cien mil hombres se lanzan con armas, escalas de cuerda y garfios contra las murallas, mientras suenan simultáneamente charangas, címbalos, y atabales, mezclando sus estridentes tonos al terrible griterío de los combatientes y al tronar de los cañones. Despiadadamente son lanzadas de momento contra los muros las tropas bisoñas, los bachibozucos, cuyos cuerpos semidesnudos, según los planes del sultán, han de servir, hasta cierto punto, de víctimas propiciatorias, sin otro objeto que el de cansar y debilitar las fuerzas del enemigo antes de que las tropas escogidas entren en acción para el asalto definitivo. Con centenares de escalas corren en la oscuridad estos soldados adelantados, suben por las almenas, caen rechazados por heroica defensa de los sitiados, pero vuelven a subir una y otra vez, pues saben que les está cortada la retirada: tras ellos, que sólo son deleznable material humano, destinado al sacrificio, van las tropas escogidas, encargadas de empujarlos hacia una muerte casi segura. Los sitiados siguen todavía resistiendo, pues las incontables flechas y piedras no penetran en sus cotas de malla. Pero su verdadero peligro -Mohamed lo ha calculado bien- está en el cansancio. Forzados a combatir con su pesado armamento contra las cada vez más agobiantes tropas ligeras, que saltan continuamente de un punto de ataque a otro, consumen en forma agotadora buena parte de sus fuerzas. Y cuando, al cabo de dos horas de lucha, empieza a apuntar el alba y entran en batalla los anatolios, la batalla resulta más peligrosa aún para los cristianos. Estos anatolios son guerreros disciplinados, bien adiestrados, provistos también de cotas de malla, pero, sobre todo, lo importante es que son superiores en número y que están completamente descansados, mientras los defensores tienen que atender ora un lugar, ora otro, para protegerlo contra los asaltantes. Sin embargo, los turcos son repelidos, de tal manera, que el sultán tiene que echar mano de sus últimas reservas, los jenízaros, la flor y nata de sus tropas, lo más escogido del ejército otomano. Se pone en persona a la cabeza de estos doce mil jóvenes y aguerridos soldados, los mejores que Europa conoce a la sazón, y prorrumpiendo en un solo grito se lanzan contra los exhautos adversarios. Es más que hora de que suenen las campanas de la ciudad llamando a los últimos hombres útiles o semiútiles para que acudan a las murallas, y de que los marinos salgan de sus barcos, pues ahora sí que se ha entablado la batalla decisiva. Con desesperación de los defensores, una piedra lanzada con honda hiere gravemente al caudillo de las tropas genovesas, el arrojado condotiero Giustiniani, que tiene que ser transportado a un barco. Aquella desgracia hace que se tambalee momentáneamente la energía combativa de los defensores. Pero entonces aparece el emperador, que trata de evitar que el enemigo penetre en la ciudad. Y otra vez consiguen hacerle retroceder. La decisión se enfrenta a la desesperación, y durante un instante aún parece que Bizancio se va a salvar; la más extrema desesperación ha conseguido repeler el más feroz de los ataques.
.
Pero entonces acontece una trágica casualidad, uno de esos enigmáticos incidentes que a veces provoca la Historia en sus inescrutables resoluciones. Ocurre algo incomprensible. Por una de las múltiples brechas de las murallas exteriores han entrado unos cuantos turcos, no lejos del lugar donde se desarrolla lo más fuerte de la lucha, y no se atreven a atacar la muralla interior. Mientras, curiosos y sin ningún plan determinado, vagan por el espacio que media entre la primera y la segunda muralla de la ciudad, descubren que una de las puertas menores del muro interno, la llamada Kerkaporta, ha quedado abierta por un incomprensible descuido. Se trata de una pequeña puerta por la cual entran los peatones en tiempos de paz durante las horas que permanecen cerradas las mayores, y precisamente porque carece de la menor importancia militar se olvidó su existencia durante la excitación general de la última hora. De momento sospechan los jenízaros que se trata de un ardid de guerra, ya que no conciben por absurdo que mientras ante cada brecha y cada puerta de la fortificación yacen amontonados millares de cadáveres, corre el aceite hirviendo y vuelan las javalinas, se les ofrezca allí libre acceso, en dominical sosiego, por esta puerta, la Kerkaporta, que conduce al corazón de la ciudad. Por lo que pudiera ocurrir, piden refuerzos, y, sin hallar ninguna resistencia, la tropa penetra en el interior de Bizancio, atacando por detrás a sus defensores, que jamás hubieran sospechado tamaño desastre. Unos cuantos guerreros descubren a los turcos detrás de las propias filas y de un modo aterrador surge el grito que en cualquier batalla resulta más mortífero que todos los cañones, sea o no la divulgación de un falso rumor: "¡La ciudad ha sido tomada!" Los turcos repiten aquellas terribles palabras con estentóreas voces de triunfo tras las líneas de los sitiados: "¡La ciudad está tomada!, y este grito acaba con la resistencia. Las tropas, que se creen traicionadas, abandonan sus puestos, para salvarse a tiempo acogiéndose a los barcos. Resulta inútil que Constantino, con algunos incondicionales, haga frente a los atacantes. Como otro combatiente cualquiera, cae en el fragor de la batalla, y ha de llegar el día siguiente para que, por su purpúreo calzado, que ostenta un águila de oro, se pueda reconocer entre los apilados cadáveres de los heroicos defensores de Bizancio al último emperador que honrosamente dio su vida, perdiendo al mismo tiempo con ella el Imperio Romano de Oriente. Un hecho insignificante, el que la Kerkaporta, la puerta olvidada, estuviese abierta, decidió el rumbo de la Historia.
Cae la Cruz:
A veces, La Historia juega con los números 8) . Pues justamente mil años de que Roma fuera tan memorablemente saqueada por los vándalos empieza el saqueo de Bizancio. Mohamed, el triunfador, espantosamente fiel a su palabra, deja a discreción de sus guerreros, tras la primera matanza, casas, palacios, iglesias y monasterios, hombres, mujeres y niños en confuso botín. Corre la enloquecida soldadesca intentando adelantarse unos a otros para obtener una mayor ventaja en el pillaje. El primer asalto va contra las iglesias, pues saben que guardan cálices de oro y deslumbrantes joyas, pero si por el camino desvalijan alguna casa, izan inmediatamente su bandera, para que sepan los que vengan después que allí el botín se ha cobrado ya; y ese botín no consiste sólo en piedras preciosas, dinero y bienes muebles en general, sino en mujeres para los serrallos y hombres y niños para el mercado de esclavos. La multitud de infelices que han buscado refugio en las iglesias son arrojados de ellas a latigazos. A los viejos se los asesina, por considerárseles bocas inútiles y género invendible. A los jóvenes se los agrupa en una especie de manada y son conducidos como animales. La insensata destrucción no tiene freno. Cuanto de valioso encontraron en inapreciables reliquias y obras de arte es destruido, aniquilado por la furia musulmana. Las preciosas pinturas son desgarradas; las más bellas estatuas derribadas a martillazos. Los libros, sagrado depósito del saber de muchos siglos, todo lo que era la representación eterna de la cultura griega, es quemado o desechado. Jamás tendrá la Humanidad acabada conciencia del desastre que se introdujo en aquella hora decisiva por la abierta Kerkaporta, ni en lo muchísimo que perdió el mundo espiritual en los saqueos y destrucción de Roma, Alejandría y Bizancio. Mohamed espera a que llegue la tarde del gran triunfo, cuando la matanza ha terminado ya, para entrar a caballo en la ciudad conquistada. Pasa por las calles donde la soldadesca se entrega al pillaje sin volver la vista atrás, fiel a su palabra de no estorbar la acción demoledora de sus soldados. Altivamente se dirige a la catedral, la suprema joya de Bizancio. Durante más de cincuenta días había contemplado desde su tienda la brillante cúpula de Hagia Sophia, y ahora puede traspasar sus umbrales, cruzar la brocínea puerta como vencedor. Pero una vez más domina su impaciencia: primero quiere darle gracias a Alá antes de consagrarle para siempre aquella iglesia. Con humildad se apea del caballo e inclina profundamente la cabeza para orar. Luego coge un puñado de tierra y la esparce sobre ella, para recordarle que él también es un simple mortal y que no debe envanecerse por su triunfo. Y sólo entonces, cuando ha hecho el acto de humildad ante su dios, el sultán se yergue y penetra en la catedral de Justiniano, la Iglesia de la Sublime Sabiduría, en Hagia Sophia. Curioso y conmovido, Mohamed contempla la hermosura de aquella joya arquitectónica, sus altas bóvedas, donde lucen el mármol y los mosaicos, los delicados arcos que de las tinieblas se elevan hacia la luz, y tiene la impresión de que aquel maravilloso palacio de la plegaria no le pertenece a él, sino a su dios. Inmediatamente manda llamar a un imán, ordenándole que suba al púlpito y que anuncie desde allí la fe del Profeta, mientras que el padichá, de cara a la Meca, pronuncia por primera vez su oración, dirigida a Alá, al señor del mundo, en aquella catedral cristiana. Al día siguiente, los obreros reciben la orden de quitar todos los símbolos de la creencia anterior: se arrancan los altares, pintan los piadosos mosaicos y es derribada desde lo alto del altar mayor y cae con estrépito la Cruz inmortal que ha estado extendiendo sus brazos por espacio de mil años, como si quisiera abarcar el mundo para consolar sus penas. Resuena estremecedoramente el tremendo impacto por el ámbito del templo y mucho más allá. Ante la horrible profanación se conmueve todo el Occidente. Espantoso eco encuentra la noticia en Roma, en Génova, en Venecia. Como el retumbar del trueno se extiende a Francia, a Alemania, y Europa ve, conturbada, que por culpa de su ciega indiferencia ha penetrado por la "Kerkaporta", la malhadada y olvidada puerta, una nefasta y devastadora potencia que debilitará sus fuerzas por espacio de siglos. Pero en la Historia, como en la vida humana, el deplorar lo sucedido no hace retroceder el tiempo, y no bastan mil años para recuperar lo que se perdió en una sola hora. (Stefan Zweig)

De vivir hoy Stefan Zweig, seguro que sabría decirnos con exactitud donde hay una nueva Kerkaporta, que probablemente, por no decir con toda seguridad, ya ha sido traspasada o no falta mucho para que ello suceda.El Occidente, como siempre... ::zz: ::glups
El que no conoce la Historia está condenado a repetirla.

Imagen...Basílica de Hagia Sofia en Estambul
Fuente: Wikipedia
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mi religión. (A.Lincoln)...¡Vivir y dejar vivir: Esta es mi política!
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Re: stefan Zweig- en un febrero de 1942

Aparte de otras consideraciones Leo, creo que el protagonista principal de tu relato es la propia Berlin, en tu forma de hablar de ella, en la eleccion de las fotos (me ha llegado al alma la de la puerta de Brandenburgo de noche y desde uno de los caminos del Tierpark, porque ese paseo, exactamente ese lo hice una vez) en el mimo con el que cuidas el detalle y en que se te nota que amas el aleman, en todo se nota que el verdadero objetivo del cuento es deambular por Berlin...y te lo agradezco. casi oigo el silencio que reina despues de una nevada, cuando los sonidos se amortiguan y su ausencia contribuye a esa sensacion inexplicable de paz. ¿hay algo mas tranquilo que pasear sin prisa por una ciudad dormida y nevada? y Berlin para eso es inigualable. podria hablar de tantos rincones irrepetibles...y tu me los estas recordando. Gracias.
Nadie que no ame una ciudad de una forma muy intima es capaz de escribir asi de ella, como tu lo estas haciendo, y nadie que haya aprendido a amar Berlin es capaz de ser inmune a la atraccion de su idioma. Hasta el punto de que las dos cosas se convierten en una sola. Hablar aleman trae el aroma de Berlin (ese extraño olor a combustible barato) y pasear por Berlin solo es perfecto cuando tu mente es capaz de nombrar las cosas que ve en el propio aleman.

un par de ejemplos en foto Imagen
alexander platz en 1986 cuando aun existia la DDR y por tanto el Neues Deutschland organo oficial del partido.


o estas, en Tierpark como algunas de las esplendidas ilustraciones de tu relato
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pero esto tambien es Berlin y forma parte de su encanto
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ender
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Re: stefan Zweig- en un febrero de 1942

:shock: Ante tanta erudicion no tengo otra cosa que decir que : Gracias caballeros

Muntz, Kami, Corkran, Leovigildo, Kummentz, Batten y tos los demas ::oohh: ::oohh: ::oohh: ::oohh:

saludos

P.D. Corkran aun te debo unos de romanos no se olvida, pero esta siendo esta una temporada un poco dificil de pasar ::juer:
en cuanto a Don Camilo, Pepon ..... mas de una ::buaaaa: se ha escapado alguna vez
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