Trozos de un diario que no son del Cuaderno de Vitácora del U 128
Es la primera vez. No es que sea especialmente religioso, no. Incluso pienso que no lo soy en absoluto. Pero esta primera Navidad en el mar me ha cogido despistado, con el paso perdido; cosas que pasan cuando hay una guerra delante de tus narices. Será por culpa de este diesel machacón y repetitivo; o quizás por el cabeceo del buque o por esta llovizna que trae perdidos copos de nieve que bailan placidamente entre la gotas. O por esta maldita humedad o por el olor a Kolibrí: casi prefiero el pestazo de las màquinas: petroleo y aceite. O será por todo esto junto.
Como las caras de los casados o la de mi jefe, el ingeniero, que la última comunicación por rádio que hemos recibido del BdU le ha traído la notícia que tanto esperaba: ya es padre! Todos están, o estamos, camino de la tristeza. Esta noche es Navidad.
Navegamos en superfície: nadie en su sano juicio saldría al mar con este tiempo. Ni mucho menos volaría: la navegación ha sido tranquila desde que salimos de Wihelmshaven y todo parece indicar que así continuará. El Atlántico Norte esta vacío y solitario; más frío y mas gris que nunca. ¿Celebran los mares la Navidad? ¡Ya vuelvo a pensar tonterías! Mejor voy a seguir con lo mío: los cabos de mar ingenieros no debemos filosofar.
Como sigue esta patrulla, larga, sin nada a la vista; gris y fría como el mar, como nuestro buque: ¿Dónde empieza el mar y dónde acaba el submarino? Otra vez estoy igual, soy incorregible; debo estar atento, hace un rato que, un poco mas, y me corto con el cuchillo: las olas están hoy especialmente movidas y la madera está un poco dura. ¿Cómo se me habrá ocurrido hacer esto? El comandante me ha visto, estoy seguro. Pero no ha dicho nada; es decir, me ha hablado mucho pero con los ojos. Parecía, al principio, que iba a llamarme la atención pero, justo un segundo mas tarde, su mirada se ha calmado; su rostro indicaba claramente que estaba muy lejos de aqui, muy dentro de si mismo. Han sido solo unos segundos, luego ha vuelto a la realidad, me ha dirigido algo muy parecido a una sonrisa y ha seguido camino del puente.
Mi jefe si que me ha visto; cuando ha comprendido lo que hacía se ha girado y me ha alargado un trozo de lija que ni siquiera sabía que existía a bordo. Lo ha hecho de manera un poco brusca, como si no acabara de estar de acuerdo, aunque no he sabido comprender si lo que le parecía mal era no llamarme la atención o que estuviera tallando a San José, después de haberlo hecho con la pobre Virgen María (digo pobre por el trozo de madera que pude encontrar para Ella, que estaba un poco manchada de grasa). La camita con el niño , el buey y la mula han sido fàciles, pero este San José esta resultando mas duro de lo que esperaba. Sobre todo este bastón que, como el mar no pare de golpear el casco, al final se va a romper.
Debo acabar. Dentro de poco entro de guàrdia y cuando salga seguramente estaremos sumergidos, si es cierto lo que he oído decir al comandante y al segundo: quieren celebrar la Nochebuena con tranquilidad, a 50 metros. Bueno ya está: una lijadita más y terminado. Todavía no se por que hago esto: es absurdo!
En fín, voy a perdir permiso para subir a cubierta; tengo la sensación que... si, que todos me miran como si supieran lo que voy a hacer. ¿O son figuraciones mías? Lo cierto es que el comandante, cuando me ha autorizado, me ha dicho que subía conmigo. Esto acabará mal. Seguro.
Bien ya estoy en el puente. El segundo oficial de guardia me mira y no dice nada. Uno de los vigías, ese chico nuevo que embarcó al zarpar, me dice muy bajito: “ponlo en la base del 88, el reborde del anclage los aguantará”. ¿Cómo puede saber...? Me aguanto como puedo en los cables y llego al cañón: mira que si caigo al mar... Si, es cierto, tenía razón el novato, las figuras se aguantaran bien aqui. Bueno, ya está: aqui tenemos un nacimiento naval o que navega, tanto da. ¿Debería haberlos pintado? Si, claro, pero donde saco la pintura ahora...
Como estoy de espaldas no los veo pero todos, en el puente, estan mirándome; lo noto. Pero nadie dice nada. Solo habla el mar. Es un momento extraño, delicadamente extraño. LLegan del interior del submarino, cuando el mar y los diesel las dejan, unas notas familiares: es el Noche de Paz que el bueno del cocinero debe estar tocado con su acordeón, seguro.
La magia la rompe uno de los vigías: “barco por la banda de estribor!” Todos miramos hacía allí y el vigia confirma, enganchado a los prismáticos, que es un viejo y pesado mercante inglés. Solo, navegando a duras penas sobre el oleaje. La voz del comandante suena extrañamente tranquila: “todo a babor!” Le miramos asombrados. Su voz se oye de nuevo sobre el mar, ahora inusualmente... dulce?: “quizás ellos tambien acaben de poner un nacimiento al pie del palo mayor”. Nuestro sumergible está ya virando, lentamente, alejándose del buque y continuando nuestra patrulla. Alguien murmura: “y, en la tierra, paz a los hombres de buena voluntad”.
Feliz Navidad a toda la flotilla! Bon Nadal a tothom!
Trozos de un diario que no son del Cuaderno de Vitácora
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Sencillamente maravilloso, encantador...
Muchas gracias CAMARADA.
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http://clubnauticoaragones.rcymodelismo.es/
"La guerra es desatar con los dientes un nudo político que no se puede deshacer con la lengua"
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Saludos Camaradas.
En estas recientes fechas pasadas en las que nos encontramos, he considerado oportuno retomar el relato mas hermoso que he leido en mucho tiempo.
Todo para que los nuevos Camaradas se beneficien de semejante relato.
El Camarada Haddock hace tiempo que comenzó una navegación eterna a las estrellas. Desde la 24 Flotilla te seguimos recordando como uno de los Camaradas más avispados y con más sensibilidad.
Buena proa Compañero, donde quiera que estes te deseo buenos vientos.
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- Kommodore
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buff sobrecogedor ya no solo el relato si no la carga emocional que supone que quien lo escribio partiera a ese rumbo que tarde o temprano a todos nos toca perviviendo gracias a amigos como silencioso en el recuerdo
con snap y wodka "requisado" cantando U BOOTLIED por los camaradas ausentes esten donde esten
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